La panadería es un negocio muy sacrificado, hay que tener fuerza, voluntad, madrugar, salir adelante, elaborar, crear. Pero el pan de cada día, recién horneado, es de las cosas más bellas y sagradas del mundo.
Por: Carolina Carbonell
Hoy nos tomamos un café con Joaquín Hauría (Joaco), un joven de 24 años de la Ciudad de José C Paz, en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Joaquín estudia Administración de Empresas y trabaja en la Universidad Nacional UNPAZ, además es emprendedor y creó junto a su mamá una pastelería, la atienden y cocinan juntos, y proveen productos para las cafeterías y hotelería. "Pasté" es una empresa que forma parte de la Economía de Comunión.
La conversación “virtual” fue casi como haber estado en el recientemente inaugurado local de Pasté, sentir sus aromas, probar sus sabores, escuchar su música y descubrir que hay un sueño (y una vocación) mucho, pero mucho más grande.
Los inicios, los comienzos de nuevas etapas son buenas noticias, portadoras de esperanza.
Joaquín, ¿nos contás cómo surgió Pasté?
La idea inicial surgió hace unos 4 años de mi mamá, ella trabajaba en el Centro Mariápolis de José C. Paz y le ofrecieron hacer cositas dulces para las meriendas de los visitantes, y así empezó, con bizcochuelos y budines. A ella siempre le gustó la pastelería y la panadería. Durante el primer año ella estuvo sola, yo fui a hacer una experiencia de formación a la Mariapoli Lia (O' Higgins), convencido que a mi regreso estudiaría medicina. Pero trabajando allá me enamoré del mundo de los negocios. A mi regreso buscaba trabajo y mi mamá me propuso que trabajáramos juntos, y me dijo que apenas tocara la harina me enamoraría. Así fue, empecé y me encantó, pero luego me gustó mucho más la relación con los clientes y las ventas.
Y llegó la pandemia....
La pandemia fue muy dura, porque las 4 cafeterías que sostenían nuestras ventas y las dos hotelerías donde éramos proveedores cerraron. Entonces tuvimos que empezar con una venta de puerta a puerta. Empezamos a vender por Instagram, por grupos y cadenas de whatsapp. Como las personas no venían, comenzamos a entregar por delivery y nos adaptamos a todos los protocolos.
¿Y cómo surgió Pasté local?
Durante la pandemia se cerró el Centro Mariápolis y mi mamá se quedó sin ese ingreso. Ese momento nos hizo pensar qué hacer y decidimos abrir nuestro local con los ahorros que tenía mi mamá y los míos. Si bien era menos de lo que necesitábamos confiamos en que nos alcanzaría para al menos abrir, después iremos mejorando y agregando detalles, pero tenemos que empezar, dijimos. Y a casi un año del comienzo de la pandemia inauguramos el local, con no poco esfuerzo.
Una casa transformada en panadería...
Así fue… como no teníamos dinero para pagar un alquiler, decidimos fraccionar la casa. Sacrificamos la mitad de la casa, el living, comedor y una habitación, por ahora mantenemos la cocina, una galería y el patio, y no sabemos hasta cuándo! Porque ya nos está quedando chico el lugar, necesitamos cada vez más espacio.
¿Cuál fue la recepción de los clientes?
La relación con los clientes nos sorprendió porque no la esperábamos, en el local las personas se interesan mucho por lo que hacemos. El local es simple pero quisimos que sea delicado, nos preocupamos mucho porque esté limpio, ordenado, atender bien a las personas, que haya música suave de fondo, que no sea un lugar que te ponga nervioso, sino que te haga bajar los decibeles del día, del momento. Las experiencias son muchas, tenemos de los más variados clientes, desde el que viene a comprar $30 de pan porque es lo único que tiene, al que llega y pide una o dos tortas y ni siquiera pregunta el precio. Vamos viendo las diferentes posibilidades y realidades de la gente. Siempre se nos escapa una factura de más al que sabemos que tiene menos, estamos atentos, con los ojos y el corazón.
¿Cuál es el propósito de Pasté?
Sin dudas, generar trabajo, pero para eso tenemos que empezar a hacernos cada vez más conocidos en la zona como proveedores de productos de pastelería y panificación. Apuntamos a que sea un negocio transparente, que no perdamos la esencia de lo que hacemos, de no mentir con los productos, de vender todo fresco, que no haya cosas frizadas, no perder la naturalidad que tenemos, de nosotros como personas y de los productos.
¿Cuál es tu mayor aprendizaje Joaco?
Lo que vamos aprendiendo día a día es la fuerza y las ganas de no bajar los brazos, de querer seguir creciendo, del apoyo que tenemos de la familia, los amigos, de la EdC, y de la mano de Dios también, porque hay muchas cosas que no las podríamos haber hecho solos, y tantas veces ante la incertidumbre de no saber y jugártela para tomar una decisión, fue la providencia la que nos sorprendió y nos hizo llegar hasta acá y nos hace valorar lo que tenemos. Siempre uno sueña un poco más, pero vamos disfrutando y valorando el camino, de hacer y de deshacer también.
¿Cómo vivís los fracasos?
La experiencia del fracaso la siento todos los días, porque cada día querés que te vaya un poco mejor, y hay días que no y días que sí, entonces estamos en el camino constante del fracaso, pero no el fracaso de me caí y no me puedo levantar, sino hoy me fue mal, pero mañana seguimos. Esto es lo que nos está dejando por ahora Pasté como equipo, como familia, como sueño, estamos constantemente en un aprendizaje día a día y lo más importante es que estamos juntos.