Las actividades de nuestras empresas ¿contribuyen a la protección del medio ambiente o a su degradación? Perspectivas para los próximos 25 años.
Lorna Gold
de "Economía de Comunión - una cultura nueva" nº 43" - Julio 2016
El calentamiento global representa un nuevo contexto crítico para el futuro de la Economía de Comunión. Cuando Chiara Lubich lanzó la EdC en 1991, los científicos y los gobernantes todavía discutían acerca de la existencia misma del calentamiento global. La desigualdad social y económica tenía prioridad sobre el medio ambiente. Hoy la situación ha cambiado. Es dramáticamente evidente que el calentamiento global está en marcha y todos los sectores de la economía y de la sociedad se encuentran ante la urgente necesidad de encontrar soluciones a este problema. El Papa Francisco, en su encíclica Laudato sì, pone de relieve que la crisis medioambiental es una sola cosa con la crisis social y económica: los pobres y los más débiles son los primeros que sufren la degradación del medio ambiente.
Sólo es posible hacer frente a todos estos problemas, que tienen una misma raíz, combatiendo la lógica del consumismo insostenible que está dominando la economía y la cultura actual.
Comprender este nuevo contexto y sus implicaciones no es fácil. Puesto que nuestra economía contribuye de forma sistémica al aumento de las emisiones, mediante la combustión de combustibles fósiles, hace falta un cambio de sistema o, como la llama el Papa Francisco, una “conversión ecológica”. El nuevo contexto nos exige reflexionar atentamente acerca del grado en que nuestras actividades de EdC contribuyen a la protección del medio ambiente o a su degradación. La cuestión de los problemas medioambientales no ha estado ausente durante los primeros 25 años. La guía para dirigir las empresas contiene importantes indicaciones sobre el respeto al medio ambiente pero, a la luz del calentamiento global actual, hay que desarrollar más aún esas indicaciones.
A veces la preocupación por el medio ambiente se considera competencia de un ámbito específico más que un problema de todos. Ya se han desarrollado algunas buenas prácticas, pero la cuestión de cómo interactúan las empresas con su medio ambiente exige más investigación y formación. Los ámbitos que podrían ser objeto de desarrollo incluyen: el estudio de la integración de las empresas de EdC en las distintas expresiones de la economía circular; la naturaleza de los procesos de aprovisionamiento; la exposición a los combustibles fósiles; la alineación del core business con valores de sencillez y mesura.
Aunque estemos sólo al comienzo, para mí está claro que la EdC tiene una aportación importante que ofrecer en este campo. Según el Papa Francisco, la cuestión central no consiste tanto dar un “barniz verde” a nuestra economía como en la necesidad de un cambio radical de mentalidad. Tomando como modelo a San Francisco y su elección radical de la pobreza, el Papa Francisco señala la necesidad de desarrollar prácticas e instituciones económicas que encarnen rápidamente una nueva lógica dirigida no por la búsqueda del beneficio sino por el deseo de proteger a nuestro mundo y a los pobres, a través de un juicioso uso de los recursos.
Señala además la necesidad de contar con nuevas instituciones que encarnen el aprecio por el don de la vida, el pensamiento a largo plazo, el sentido de un origen y un destino comunes, el diálogo y la interdisciplinariedad. Esta lógica tiene un sorprendente parecido con la que se encuentra en la base de la cultura de la EdC. Se abren nuevas e interesantes perspectivas para los próximos 25 años.