Muchas comunidades y muchos movimientos de nuestros días nacieron en el siglo XX como comunidades esfera y hoy necesitan realizar una transición hacia el poliedro: es un reto decisivo, que hay que superar.
Luigino Bruni
publicado en Il messaggero di Sant'Antonio el 02/06/2022
La del poliedro es una imagen que le gusta mucho al Papa Francisco (Evangelii Gaudium, n. 236). Si se la aplicamos a las comunidades, podemos hablar, de forma abstracta (se trata de modelos), de comunidades esfera y de comunidades poliedro. Las comunidades que nacen de un fundador tienden a ser comunidades esfera. En ellas, como en la correspondiente figura geométrica, una vez que se conoce cualquier punto de la esfera y su «entorno» ya se conoce todo, porque su estructura regular y simétrica y la equidistancia con respecto al centro no guardan sorpresas. Todas las personas se parecen, todas están orientadas de la misma manera y en la misma dirección (el centro), todas son iguales en los aspectos carismáticos y están conformadas en base a la personalidad y el carisma del fundador. Basta con conocer a un solo miembro para forjarse una idea precisa de toda la comunidad. Ciertamente, como en la figura geométrica de la esfera, cada punto de la superficie tiene coordenadas únicas, distintas de las de los demás, pero el conocimiento de los distintos puntos no permite descubrir nada nuevo, porque cada punto da las mismas informaciones en cuanto a superficie y volumen.
Sin embargo, para conocer las comunidades poliedro, es necesario conocer cada una de sus caras-personas, porque cada una es distinta de las demás, aun perteneciendo todas a la misma realidad. En estas comunidades no es posible prescindir de los talentos ni de los carismas de cada individuo; y este es el punto de partida para conocer y comprender el todo (solo las comunidades poliedro son subsidiarias). Cada nueva persona que conozco me revela dimensiones nuevas de la comunidad, y no conozco verdaderamente la comunidad hasta que no conozco a todos sus miembros, uno a uno, y la falta de uno solo de ellos me impide conocer la naturaleza de la comunidad entera y por tanto del carisma.
Las comunidades esfera son muy eficientes mientras vive el fundador, que da forma a la esfera y a todos sus componentes, simétricos, equidistantes, parecidos unos a otros. No hay crestas, discontinuidades, asimetrías, saltos, aristas, faltas de alineamiento ni excesos. La comunidad esfera se reproduce a sí misma generando otras esferas, todas ellas parecidas a la madre. Las comunidades poliedro, en cambio, a causa de sus asimetrías y faltas de alineamiento, son difíciles de gestionar, controlar y orientar hacia los mismos objetivos. Crean fricciones, golpes, faltas de armonía, sencillamente debido a la diversidad y a las distintas maneras con las que cada uno siente y vive el mismo carisma. Crecen más lentamente, dedican más tiempo a la activación de procesos y menos a la ocupación de espacios, y deben aprender a tratar los conflictos porque cada uno de sus miembros es igual y distinto de todos los demás.
En las generaciones posteriores a la del fundador es donde se manifiestan las diferencias más importantes entre estos dos tipos de comunidades. Las comunidades esfera tienen grandes dificultades para encontrar una nueva conformación cuando falta el fundador, porque constitutivamente han nacido y crecido de forma simétrica y están orientadas, isomórficamente, hacia el centro. En cambio, las comunidades poliedro tienen mayores costes en la primera generación, sobre todo costes de coordinación y alineamiento debido a la multitud de fuerzas centrífugas, pero si logran no deshacerse en la primera fase, después son mucho más capaces de dar vida a la innovación y creatividad necesarias para seguir adelante después de los fundadores. Muchas comunidades y movimientos de nuestros días nacieron en el siglo XX como comunidades esfera y hoy se encuentran con la necesidad de realizar una transición hacia el poliedro: es un reto decisivo, que hay que superar.
Credits foto: © Giuliano Dinon / Archivio MSA