Estrella de la ausencia/11 – En una gran página bíblica encontramos horrores junto con una sabiduría elevada y popular.
Luigino Bruni
Publicado en Avvenire el 12/02/2023.
«Dios convocó a todos los árboles, y les preguntó cuál de ellos aceptaría dar su madera para la cruz de Amán. La higuera dijo: 'Estoy dispuesta'; la vid dijo: 'Estoy dispuesta'. La palmera dijo: "Quiero servir, por eso soy un símbolo de Israel". Por último, la zarza dijo: 'Yo soy el árbol adecuado, porque los malvados son como zarzas espinosas' (...) La cruz era lo bastante alta como para colgar en ella a Amán y a sus diez hijos».
Aggadat Esther 61,62,73
El suplicio de Amán abre un escenario imprevisto y fascinante sobre su paralelismo con la muerte de Cristo. Es solo una hipótesis, pero dice la historia y habla al alma.
“Dijo el rey: ‘Colgadlo en ella’. Así colgaron a Amán en la horca que él había hecho preparar para Mardoqueo” (7:9-10). Los destinos de Amán el malvado y Mardoqueo el justo ahora están perfectamente invertidos. En la bóveda de la Capilla Sixtina está representada la crucifixión de Amán, en la pechina del altar, a la derecha. Es Amán crucificado, no ahorcado, un detalle que después de Cristo nos dice mucho. Tal vez la fuente de Miguel Ángel (o de sus asesores) haya sido el Canto XVII del Purgatorio, donde Dante se encuentra con Amán: "la imagen de un crucificado fiero, que con mirada de desdén moría. En torno suyo estaba el grande Asuero, y Ester su esposa; el justo Mardoqueo, que en decir y en hacer fue siempre entero. " (Pg, XVII, 26-30). En realidad, una fuente aún más remota de esta extraña crucifixión es la versión latina de la Biblia de San Jerónimo (la Vulgata), donde la palabra griega "madera" (îýëïí) en la que fue colgado Amán se traduce tres veces con la palabra crux: "Iussit excelsam parari crucem" (Est 5,14). La tradición de la crucifixión de Amán era algo importante en la Edad Media, que se entrelazaba además con la siempre difícil relación entre las comunidades cristianas y judías. Una tradición aún por explorar.
El Libro de Ester es muchas cosas juntas, y entre esas "cosas" se encuentra también el fundamento de la fiesta judía de Purim, palabra que significa "suertes" o "destinos". Los destinos de los protagonistas, de hecho, se invierten en el curso de la historia, como lo estamos viendo. Purim es una fiesta parecida a nuestro carnaval -máscaras, fiestas, vino y banquetes...-, pero sobre todo Purim se parece mucho a la Saturnalia romana. Durante la Saturnalia romana, entre otras cosas, se elegía por sorteo un princeps, un Saturno del año, al que, sólo durante los días de la fiesta, se le asignaban todos los poderes. Entonces se le solía vestir con túnicas multicolores, entre las que destacaba el rojo. Hoy sabemos que en el origen de las Saturnalia romanas se encuentra la Sacaea babilónica. Durante la Sacaea, como nos cuenta el sacerdote babilonio Beroso (Historia de Babilonia, I), las relaciones sociales se invertían y los esclavos gobernaban sobre sus amos. Además, como también relata el historiador griego Dion Crisóstomo, durante la Sacaea "los persas toman a uno de los prisioneros condenados a muerte y lo hacen sentarse en el trono real, le dan las vestiduras reales, y lo dejan mandar, beber y divertirse y aprovecharse de las concubinas del rey durante esos días, y nadie le impide hacer lo que prefiera. Pero luego lo desnudan, lo azotan y lo crucifican" (Orationes, IV, vol. 1). El discurso se vuelve cada vez más interesante.
Lo más probable es que la fiesta judía de Purim se originara en Babilonia: su primera referencia se encuentra en el libro de Ester, un texto reciente, posterior al Exilio, y quizá la propia palabra purim es de origen babilónico. De ahí la tesis del gran historiador escocés de las religiones James George Frazer, que dice que también Purim, y no sólo la Saturnalia, era una forma más o menos encubierta de la fiesta babilónica de Sacaea (Frazer, The Saturnalia and Related Feasts). Hasta aquí no deberíamos estar particularmente sorprendernos, porque sabemos que el mestizaje cultural en el mundo antiguo era la norma para las religiones, para los rituales y para las fiestas. Pero Frazer no se detiene en la génesis de Purim (y de las Saturnales), sino que va mucho más allá, con hipótesis sobre la pasión y muerte de Jesucristo quizá sorprendentes, ciertamente apasionantes. En primer lugar, un hecho cronológico. Según el libro de Ester, el edicto de exterminio de Amán se emite el 13 del mes de Nisán (Est 3:12), y todos los acontecimientos decisivos de la historia duran entre 3 o 4 días, es decir, entre el 13 y el 15 o 16 de Nisán. En el mundo judío, el 15 de Nisán es el primer día de Pésaj, la Pascua judía. De ahí la hipótesis (audaz) de Frazer: la pasión y muerte de Jesús deben leerse dentro de la Saturnalia romana y el Purim judío. "La celebración de la Saturnalia pudo haber coincidido con la Pésaj; y por lo tanto Cristo, en tanto criminal condenado, pudo haber sido entregado a los soldados romanos, que se deleitaron tratándolo como el Saturno del año". Entonces se pregunta: "¿No es posible que puedan haber obligado a un criminal condenado a asumir el papel trágico, y que por ello Cristo muriera así haciéndose pasar por Aman? ... ¿y si la túnica púrpura o escarlata, el cetro de caña y la corona de espinas, que los soldados impusieron a Cristo, fueran los signos distintivos del Aman del año?" (Frazer, The crucifixion of Christ).
Como resume el historiador Andrea Damascelli en su excelente ensayo sobre la teoría de Frazer: “¿podemos llegar a decir que "la Pasión de Cristo fue un Purim?”. Según Frazer es probable. De hecho, “la historia original de Ester y Mardoqueo era un drama similar a la pasión de Cristo. Se representaba en Babilonia, y desde Babilonia los presos veteranos la llevaron a Judea, donde se escenificaba como un drama. Una cadena de causas que no podemos seguir hizo que se impusiera a Jesús de Nazaret el rol de moribundo en esta representación anual". De ahí la pregunta decisiva: ¿es posible que en aquel año -probablemente el 30 d.c.- la muerte de Jesús se incluyera dentro de la fiesta de Purim, que, tal vez, coincidió con la Saturnalia de los soldados romanos, donde Jesús terminó interpretando el papel de Aman, el crucificado?
Frazer y Damascelli llevan aún más lejos esta fascinante hipótesis, hasta el punto de incluir una nueva e interesante interpretación de la historia personal de San Pablo (ya avanzada por R. Eisenman) basada en un manuscrito hallado en Qumrán, del cual surge una lectura diferente de la cita en la carta a los Gálatas "maldito el que cuelga del madero" (3:13) relacionada con Ester, y dejando entrever también una nueva interpretación de Judas. Sobre Barrabás, Frazer escribe: "Si Jesús era el Aman del año, ¿dónde estaba Mardoqueo? Quizá podamos encontrarlo en la persona de Barrabás", cuyo nombre, como sabemos, significa "hijo del padre" en arameo. De hecho, "Pilato habría intentado persuadir a los judíos para que Cristo interpretara el papel de Barrabás. Sin embargo, el intento de Pilato fracasó y Jesús murió en la cruz haciéndose pasar por Aman". Además, "la descripción de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén recuerda, de hecho, a la procesión por las calles de Susa anhelada por Aman y llevada a cabo en su lugar por Mardoqueo" (Frazer, The crucifixion of Christ).
Es muy interesante cruzar estas suposiciones con la lectura rabínica del libro de Ester. El Talmud, un texto post-cristiano en línea con el libro de Ester, dice que Aman fue crucificado el segundo día de Pésaj, que en los Evangelios fue también el día de la crucifixión de Cristo (Wild, The Crucifixion of Aman). Es muy importante señalar, por último, el uso del Salmo 22 en contextos cristianos y judíos. En el Evangelio de Marcos, este salmo - "Elí, Elí... Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" - es el texto más utilizado para describir la pasión y muerte de Cristo. En el Talmud es Ester quien grita ese salmo: habiendo acudido al rey para hacer su petición, Ester lanzó "un grito de desesperación: "¡Elí, Elí lama 'azabtani!"" (Meguilá 15a). Historias estupendas, desgraciadamente casi desconocidas para nosotros. Cumplida la muerte-crucifixión de Amán, «aquel mismo día regaló el rey Asuero a la reina Ester la casa de Amán, enemigo de los judíos, y Mardoqueo se presentó ante el rey, a quien ya Ester había dicho que Mardoqueo era su primo. Entonces el rey se quitó el anillo que había recobrado de Amán, y se lo dio a Mardoqueo. Ester, por su parte, lo nombró administrador de todos los bienes que habían sido de Amán”. El vuelco también afecta a las propiedades económicas de Amán y al uso del anillo del rey como sello, signo de que Mardoqueo había ocupado el lugar de Amán. Ester, sin embargo, aún no está satisfecha. Ella sabe que el edicto para exterminar a los judíos ha sido emitido en todo el imperio, y si no actúa ahora ese decreto será pronto operativo y efectivo. Entonces, de nuevo, la mujer se mueve con rapidez: "Ester dijo al rey: 'Si te place y he hallado gracia, que se ordene revocar las cartas enviadas por Aman, aquellas que fueron escritas para exterminar a los judíos'" (8:5).
Un episodio también cargado de importantes significados. No basta con hacer fiesta el día del gran éxito. Para que una acción colectiva importante y seria termine de la mejor y más esperada manera, es necesario cerrar todos los detalles del proceso, porque basta que una sola puerta permanezca abierta para que todo se disperse por ese resquicio. Ester sabe que el cumplimiento de su obra no estaba en la muerte de Amán, sino en la anulación del decreto. Por eso no se demora en la fiesta, no consuma su gran éxito y se pone manos a la obra.
En los procesos complejos, primero es esencial comprender dónde está su culminación y luego, sin demora, continuar el curso, incluso cuando las energías emocionales parezcan agotarse en la primera parte del trabajo. Muchas acciones no llegan a buen puerto, bien porque el gran éxito de la primera fase distrae y no nos hace pasar a la segunda, o bien porque toda la energía se agota en la celebración de la gran victoria y no quedan fuerzas para cerrar la última puerta. También en esto Ester es un modelo ético. Y así, "el día veintitrés del mes tercero, o sea el de Siván, todo lo que ordenó Mardoqueo fue escrito a los judíos, a los gobernadores regionales y provinciales y a las demás autoridades de las ciento veintisiete provincias que se extendían desde la India hasta Etiopía, en la lengua y escritura propias de cada provincia” (8:9-10).
El paralelismo entre la crucifixión de Amán y la de Cristo es sólo una hipótesis, pero estuvo presente y activa durante siglos tanto en los círculos cristianos como en los judíos y, por desgracia, a veces fue utilizada por los cristianos como pretexto antisemita. Y cuando Miguel Ángel inmortalizó a Amán con su gesto, eternizó ese paralelismo y con la fuerza infinita de su arte rescató a Amán de su infierno - Dante encuentra a Amán en el Purgatorio, no en el Infierno donde nosotros, pequeños, esperábamos que estuviera-. También éstas son páginas no escritas por el antiguo autor bíblico, sino por el alma profética del gran arte, que es sobre todo un lugar de redención de las víctimas. Porque, después del Gólgota, cada vez que una persona acaba en una cruz, vuelve un eco encarnado de la muerte de Cristo. Y un alma del pueblo cristiano intuyó que incluso el suplicio de un maldito de la Biblia había preanunciado algo de la cruz de Jesús, que muere entre dos compañeros malditos. La redención del mundo se cumplirá el día en que el último crucificado vea la resurrección.