El dossier dedicado por Famiglia Cristiana a los 10 años de pontificado del papa Bergoglio incluye una entrevista a Luigino Bruni.
di Francesco Anfossi
Publicado en Famiglia Cristiana el 13/03/2023
«Francisco pasará a la historia de la Iglesia por muchas cosas, entre ellas por la economía, por su atención y amor a esta dimensión esencial de la vida. Para nosotros, los economistas, esta es una magnífica noticia». Luigino Bruni es uno de los mayores especialistas en el tercer sector. Experto en economía y ética, lleva años analizando los temas bíblicos con mirada de economista. Consultor del Vaticano, es colaborador del Papa en el proyecto “The Economy of Francesco”, la red de jóvenes de todo el mundo que aborda los temas sociales que tanto le gustan al Pontífice.
«He visto que a Francisco le interesa mucho la economía. Es su pasión por la vida de las personas lo que hace que la economía le resulte un tema querido y urgente, hasta el punto de ponerlo en el centro de su pontificado. No siente una simpatía natural por el mundo de la empresa, entre otras cosas porque, según me confió un día, mantiene un fuerte recuerdo de la infancia, cuando su padre salía de casa con el maletín para ir a la oficina y regresaba demasiado tarde por la noche. En Francisco es fuerte esta sensación de una economía que tiende a estar “lejos de casa” porque, a diferencia de su etimología, su “ley” (nomos) no es fácilmente amiga de la “casa” (oikos). Pero aquellos que, como él, aman la “casa” de los humanos no puede dejar de ocuparse de su “ley”. Así pues, se ocupa de ella: para entenderla, para cambiarla, para que la casa sea más humana y fraterna».
Hablar del pensamiento económico de Francisco significa tomar como punto de partida a los pobres.
«Sí, porque la pobreza no es una dimensión o una palabra más del Evangelio. Es el punto de vista de los cristianos sobre el mundo. Es el lugar donde nos colocamos, el sitio donde ponemos nuestra tienda y nuestra torre de vigilancia (Isaías). Desde ahí observamos y juzgamos las pobrezas y las riquezas de la tierra. Bergoglio realizó esta elección de campo ya cuando eligió un nombre que ningún otro papa había llevado. Llevar el nombre de Francisco no ha sido fácil para la Iglesia, para la Christianitas, donde la pobreza se anunciaba pero no siempre se vivía en las prácticas económicas y en los estilos de vida. El Papa Francisco comenzó su magisterio sobre la pobreza con su nombre. Su nombre fue la primera homilía sobre la pobreza».
¿En qué documentos encontramos una exposición profunda de su pensamiento económico?
«En realidad, no hay un documento donde esté completa, porque el Papa Francisco es un hombre de diálogo. Su teología crece y cambia con la historia, con los encuentros, con los acontecimientos. Muchas de las cosas importantes sobre la economía no las habría dicho sin la pandemia, sin la guerra en Ucrania, sin muchos de sus viajes, o si no se hubiera reunido muchas veces con jóvenes economistas. Así pues, para reconstruir su pensamiento económico hay que acudir a la Laudato Si’ y a la Evangelii Gaudium pero también, sobre todo, a sus homilías, a sus oraciones, a sus comentarios fuera del texto, a sus discursos y a sus múltiples encuentros con empresarios y economistas. A menudo la regla que vale para los grandes autores sirve también para los papas: las palabras más importantes son las que se dicen cuando se habla de otra cosa».
¿Su magisterio económico se sitúa entre los dos extremos del liberalismo y el marxismo?
«No lo creo. El liberalismo y el marxismo son categorías del siglo XX. El Papa Francisco, también en esto, es un hombre de frontera, que habita los límites, las zonas de paso. Es hijo del siglo XX, pero con sus elecciones y con sus palabras se mueve ya en la postmodernidad, en un mundo post-ideológico. El principio quizá más importante de su pensamiento lo formuló en la Evangelii Gaudium: la realidad es superior a la idea, con más razón a la ideología. Su pensamiento económico no es marxista (por ejemplo, no cree que la violencia o la lucha de clases sea el motor de la historia) ni tampoco es liberal, ciertamente. Ha criticado duramente el capitalismo y las finanzas, pero también ha dicho palabras buenas acerca de la empresa y los empresarios, como puede verse en su discurso de septiembre de 2022 a Confindustria. Es muy crítico, me lo ha dicho personalmente, con respecto a las grandes finanzas que devoran la economía real. Sobre esto es muy severo. Su deseo es que las finanzas recuperen su deber de estar al servicio del trabajo y la economía. Es un papa post-ideológico, por eso recibe críticas tanto desde la derecha como desde la izquierda».
Varias veces el Papa ha hablado de la “riqueza descarada” de unos pocos privilegiados. ¿Qué camino indica para superar estas desigualdades?
«Él habla mucho del trabajo, que todavía es el principal mecanismo de redistribución de riqueza, sobre todo cuando este es digno y bien remunerado. Pero no es tan ingenuo como para pensar que sin una fuerte política, nacional e internacional, que intervenga con mayor decisión en los mecanismos de creación y acumulación de riqueza y por tanto de poder (“el pacto fiscal es el corazón del pacto social” ha reiterado a Confindustria), sea posible obtener mucho, ni siquiera lo suficiente. También es crítico con la meritocracia, porque es la nueva legitimación ética de la desigualdad: hoy la acumulación de riqueza en manos de unos pocos está aumentando gracias, entre otras cosas, a la legitimación ideológica de la meritocracia que, al interpretar el talento como mérito (y no como don) ha liberalizado la desigualdad».
Según el economista Zamagni, Francisco considera que el modelo todavía dominante de la economía de mercado capitalista ya no es el adecuado para alcanzar tres objetivos fundamentales: sostenibilidad medioambiental, abolición de las desigualdades y centralidad de la persona humana. ¿Es así? ¿Añadiría algo más?
«En Asís, ha hablado a los jóvenes de EoF de cuatro sostenibilidades que el capitalismo, tal y como es, no asegura: además de la ambiental y social, ya conocidas, Francisco ha hablado de la insostenibilidad relacional (la soledad y la crisis de las comunidades) y de la insostenibilidad espiritual del capitalismo, que se está mostrando tan decisiva tal vez como la ambiental. En pocas décadas hemos destruido, al menos en Occidente, capitales espirituales acumulados durante milenios. Sin un fuerte trabajo – de las religiones y de quienes creen en la espiritualidad como un bien civil esencial – de reconstitución del capital espiritual, la depresión será la nueva pandemia de masa, pero sin vacunas. Para estas pandemias futuras, solo los cuidados preventivos surten efecto».
Otro punto fundamental de su pensamiento económico, en línea con la doctrina social de la Iglesia desde los tiempos de la Rerum Novarum y la Laborem Exercens es el tema del trabajo. En particular el trabajo de los jóvenes. Francisco ha escrito, entre otras cosas, que la pobreza «inhibe el espíritu de iniciativa de muchos, impidiéndoles encontrar un trabajo». No solo eso, sino que la pobreza «anestesia el sentido de responsabilidad» y «reduce los espacios de responsabilidad induciendo a preferir la delegación y la búsqueda de favoritismos»
«La pobreza en la iglesia es muchas cosas. Es una bienaventuranza, pero también una maldición. Yo prefiero usar otras palabras para la pobreza mala (indigencia, miseria…) por amor a Francisco y al evangelio. En todo caso, la pobreza mala, que se asocia con otros males (ignorancia, violencia…) dificulta también la posibilidad de buscar y encontrar un trabajo digno, porque querer y poder trabajar es ya una forma de riqueza. Por eso, detrás del debate sobre la renta de ciudadanía hay mucha superficialidad e ideología: “mandémosles a trabajar”, se dice, como si la pobreza mala no fuera, casi siempre, falta de capacidades (capabilities, diría A. Sen) para querer y poder trabajar. Este debe ser el punto de partida, con procesos que duran muchos años, a veces generaciones».
Naturalmente uno de los frutos de su pensamiento económico es “The Economy of Francesco”. ¿Cómo nace este movimiento?
«Sí, EoF es uno de los procesos activados por el Papa Francisco, que, también en este caso, no ha “ocupado espacios” sino que se lo ha dejado a los jóvenes. Nace de la necesidad de hacer algo más para cambiar el capitalismo, y de la atención y el amor de Francisco por los jóvenes. En 2018, este deseo se hizo realidad, se concretó en una carta de “llamada al compromiso” del Papa Francisco (1 de mayo de 2019) de la que nació este “movimiento” que hoy vive y crece en todo el mundo. La conversión ecológica es necesaria pero no suficiente: hace falta una conversión de la justicia, de la inclusión de los pobres, de la reducción de las desigualdades. La conversión es antes que anda una cuestión ética, que tiene que ver con el corazón de las personas, y después se conjuga de muchas maneras. La urgencia de la conversión ambiental es innegable, pero no hay que olvidar las otras conversiones, mientras los pobres sigan muriendo en la tierra y en el mar».
Juan Pablo II visitó dos veces la fábrica de Ferrari. ¿Francisco lo haría?
«No lo sé. Por lo que conocemos, creo que no se sentiría muy a gusto entre coches millonarios. Pero Francisco nos tiene acostumbrados a las sorpresas, realizando acciones inesperadas. No hay que infravalorar la dimensión popular de su persona y de su pensamiento. En Argentina, y en todo el mundo, Ferrari es también un orgullo para los inmigrantes italianos, es la alegría de ver algo italiano bonito y bueno en tierra extranjera. Las raíces tienen un gran peso, también teológico, en Francisco, que reconoce el valor del sentido popular de la gente. A la gente le gusta el deporte: si amamos a la gente no debemos olvidarlo, y las críticas al capitalismo no deben convertirse en ideología global. Francisco sabe muy bien todo esto y por eso creo que no hablaría mal de Ferrari».