El discurso preparado para los jóvenes de Economy of Francesco se enriquece con muchas intervenciones espontáneas: «Si no tenéis nada que decir, al menos haced ruido»
Gianni Cardinale
pubblicato su Avvenire il 25/09/2022
Los jóvenes pueden «cambiar un sistema enorme y complejo como la economía mundial». Incluso en esta «época que no es fácil», marcada por la crisis ambiental, por la pandemia y por las guerras en Ucrania y en otros lugares. A pesar de que «nuestra generación» ha dejado «en herencia muchas riquezas», no ha sabido «custodiar el planeta» y no está «custodiando la paz». Los jóvenes están llamados a ser «artesanos y constructores de la casa común», a construir una «nueva economía», inspirada en Francisco de Asís, que sea «amiga de la tierra», y a edificar «una economía de paz». El objetivo es transformar «una economía que mata» en «una economía de la vida, en todas sus dimensiones».
Es la sexta vez que el Papa Francisco visita Asís. Una visita relámpago, menos de tres horas, para cerrar el evento Economía de Francisco, que ha convocado en la ciudad del Poverello a mil jóvenes venidos de todo el mundo con el sueño de cambiar el sistema económico mundial. El discurso del pontífice es potente. Francisco pone de relieve el valor profético del evento, que expresa «una visión nueva del medio ambiente y de la tierra». Ya no basta con «hacer el maquillaje», es necesario «cuestionar el modelo de desarrollo». Quizá trabajando sobre un tema innovador como el de la «economía de las plantas», para superar «el paradigma económico del siglo XX» que «saqueado los recursos naturales y la tierra», abandonar las «fuentes de energía fósil» y acelerar el desarrollo de fuentes «a impacto cero o positivo».
Francisco habla claro. El discurso preparado ya es largo, pero él lo enriquece con numerosas intervenciones espontáneas. Y son estas las palabras más aplaudidas por los jóvenes. Como cuando ataca la característica «gaseosa» de las finanzas, o cuando invita, con ironía, a mirar «la cara» de los jóvenes que estudian «en las universidades ultra-especializadas en economía liberal», reflejo de una sociedad y de una economía «tristes, pesimistas, cínicas», o cuando elogia a los «héroes de hoy» que rechazan trabajar en industrias que fabrican armas. Con una sonrisa les exhorta: «Si no tenéis nada que decir, al menos haced ruido». Denuncia el «invierno demográfico», donde se prefiere cuidar cachorros que engendrar hijos, o la «esclavitud» de las mujeres que son despedidas cuando se quedan embarazadas.
El Papa Francisco, a pesar de sus problemas de rodilla, está en forma. Llega en helicóptero desde Roma a la explanada del Pala-Eventi de Santa María de los Ángeles. Es llevado en silla de ruedas, pero en cuanto ve a los niños que le esperan, se levanta y con esfuerzo los saluda uno a uno. Saluda también a tres jóvenes representantes de los participantes en el evento. Después, nuevamente en silla de ruedas, viene la acogida más institucional. Junto con las autoridades civiles están el prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el cardenal Michael Czerny, el arzobispo de Asís, Domenico Sorrentino, los miembros del comité promotor Luigino Bruni, Francesca di Maolo, sor Alessandra Smerilli, secretaria del Dicasterio, los representantes de las familias franciscanas de Asís y de la Pro Civitate Christiana. También ofrecen su saludo el arzobispo de Perugia Ivan Maffeis con su predecesor, el cardenal Gualtiero Bassetti. Francisco llega al escenario del Teatro Lyrick. Tras varios momentos musicales y teatrales, ocho jóvenes dan su testimonio. Después viene el discurso.
Para el Papa, es necesario aceptar «el principio ético universal – aunque no gusta – que los daños deben ser reparados». De este modo «si hemos crecido abusando del planeta y de la atmósfera, hoy tenemos que aprender a hacer también sacrificios en los estilos de vida aún insostenibles». Hace falta «un cambio rápido y decidido». «¡Cuento con vosotros! – dice a los jóvenes –. ¡No nos dejéis tranquilos, dadnos el ejemplo!». Y después evoca la «sostenibilidad» que tiene otras dimensiones además de la ambiental: social, relacional y espiritual. Social porque cuando «trabajamos para la transformación ecológica, debemos tener presente los efectos que algunas elecciones ambientales producen sobre la pobreza». Relacionales porque, sobre todo en Occidente, las comunidades «se vuelven cada vez más frágiles y fragmentadas», la familia «sufre una grave crisis» y con ella «la acogida y la custodia de la vida». El consumismo actual intenta «llenar el vacío de relaciones humanas con mercancías cada vez más sofisticadas» pero así genera «una carestía de felicidad». Para terminar, hay «una insostenibilidad espiritual de nuestro capitalismo», con jóvenes que sufren por una «falta de sentido», donde los suicidios aumentan, aunque «esconden la cifra». La fragilidad de muchos jóvenes deriva de la carencia de «capital espiritual», un capital «invisible pero más real que los capitales financieros o tecnológicos».
El Papa habla en Asís, la ciudad de San Francisco, y por eso no puede no hablar de la «pobreza». «Sin la estima, el cuidado, el amor por los pobres, por cada persona pobre, por cada persona frágil y vulnerable, desde el concebido en el vientre materno a la persona enferma y con discapacidad, al anciano en dificultad, no hay "Economía de Francisco"». Recuerda además a los jóvenes que una «economía de Francisco» no puede limitarse «a trabajar por y con los pobres», sino que debe hacerlos «protagonistas» para abrir «caminos nuevos». Non solo eso. San Francisco «amó no solo a los pobres, amó también la pobreza», viviendo de forma «austera». A partir de ahí, ofrece tres indicaciones para ir adelante. La primera: «mirar al mundo con los ojos de los más pobres» como hizo el movimiento franciscano que supo inventar en la Edad Media las primeras teorías económicas e incluso los primeros bancos solidarios, los “Montes de Piedad”. La segunda: no olvidarse «del trabajo» y «de los trabajadores» con la invitación a crear «trabajo, buen trabajo y trabajo para todos». La tercera: «encarnación», es decir traducir «los ideales, los deseos, los valores en obras concretas», rehuyendo «la tentación gnóstica» que «piensa cambiar el mundo solo con un conocimiento diferente, sin la fatiga de la carne». Porque «la realidad es superior a la idea».
El evento termina con la oración y la firma del Pacto de Asís por «una economía de paz y no de guerra», que «cuida la creación y no la saquea». Una economía que «no es utopía», porque «ya la estamos construyendo».
Leggi il discorso di Papa Francesco