«Se está derrumbando un mundo porque otro está naciendo». En el corazón de un proyecto radical. Diálogo con Luigino Bruni
Domenico Palermo
publicado en Città Nuova n.10/2018
En Castel Gandolfo, del 2 al 4 de noviembre de 2018, tendrá lugar el evento internacional Prophetic Economy. Para tratar de entender el porqué de esta propuesta, hablamos con Luigino Bruni, conocido editorialista de Città Nuova y responsable del proyecto internacional Economía de Comunión (EdC). Últimamente escribe mucho sobre la Biblia, pero no para hacer exégesis sino porque ese texto tiene algo nuevo que aportar a nuestra vida y por tanto a la economía.
Para el profesor de la Lumsa «la profecía habla de muchas cosas, de política, de religión, de guerra… y también de economía. Por eso hemos sentido la necesidad de conectar las experiencias proféticas que existen en el ámbito económico. Esta idea tiene su origen hace unos años, en un encuentro fundamental con el movimiento ATD Cuarto Mundo. Escuchando el relato de la experiencia de vida de su fundador, el padre Joseph Wresinski, un polaco que vivía en Francia, me llamó mucho la atención una intuición suya: cuando leía en el periódico u oía por la radio que había en el mundo alguien que trabajaba con los pobres, se subía a un avión e iba a encontrarlo. Él decía que lo hacía porque la vida de aquellos que trabajan con los pobres está en peligro, puesto que se ponen a mucha gente en contra, y por eso todos debemos estar a su lado. El padre Wresinski creó esta red mundial de realidades que trabajan con los pobres de verdad, y me dije: “¿Por qué no podemos hacer nosotros algo parecido, encontrarnos recíprocamente con todos aquellos que se preocupan por que la pobreza esté en el centro de la economía, como hace la Economía de Comunión?”».
¿Cuál es el significado de la Economía de Comunión?«A veces – dice Bruni – nos olvidamos del motivo por el que nació, pero yo no me puedo olvidar, porque Chiara me decía muchas veces: “Luigino, estudia, estudia, pero no te olvides de que la Economía de Comunión ha nacido para los pobres”».
Es fascinante, pero ¿no es solo una teoría? «No, no se trata de crear una nueva propuesta económica que satisfaga un utópico deseo de novedad. La idea tiene su origen en el trabajo y en las conversaciones sobre la profecía en la Biblia. La profecía es poco conocida. Generalmente se cree que se refiere a cosas y personas un poco excepcionales o raras, como videntes o visionarios. Sin embargo, en la Biblia la profecía es un bien común global de la humanidad, un “global common” como dirían los economistas. Si en la comunidad no hay profetas, solo queda el poder desnudo; sin la profecía que señala el límite y la vulnerabilidad de los poderosos, solo queda el ejercicio de la autoridad sin prestar atención a los últimos y a los descartados. Para expresar la herencia de su pueblo, Jesús habla de “Ley y Profetas”, los dos pilares de todo el edificio religioso y ético de la Alianza y de la Promesa. Sin profetas, la novedad religiosa y cívica de Israel habría sido absorbida por los cultos medio-orientales».
Pero ¿no hay peligro de quedar demasiado encerrados en el campo religioso? En realidad «siempre ha habido profecía en la humanidad. En la Biblia, el profetismo es una de las experiencias humanas fundamentales. Existían comunidades enteras de profetas (véanse las historias de Saúl y David en los libros de Samuel, o la historia de Elías). Una realidad que se parece y se sobrepone a la profecía es el arte: los poetas, los escritores y algunos filósofos forman parte de ese perfil profético de la vida, en cuanto que tienen la percepción de lo que no es visible a los ojos de todos, porque tienen una vocación y escuchan una voz interior, a la que algunos llaman Dios y otros no le ponen nombre, pero saben que existe. Viven una dimensión de obediencia a algo que no está vinculado a los incentivos o al poder, sino al “corazón”. Sin personas con vocación, las comunidades se extinguen».
¿Existen figuras así en nuestra historia reciente? Bruni piensa en el Pasolini de los Escritos Corsarios y las Cartas Luteranas porque «anticipó en los años 70 las ideas sobre la cesión cultural ante el consumismo, cuando afirmaba que el fascismo se había quedado en la superficie, igual que el comunismo, y que lo que había entrado en el corazón era el consumismo. Intuyó las motivaciones profundas del carácter devastador del consumismo mucho antes que los papas. Esto es así porque la profecía es un don para el bien común; es para todos y excede a la comunidad que la genera. Hoy muchos profetas están en las periferias, entre los descartados de la ciudad, viviendo la experiencia de Jeremías cuando recibió la orden de ir al basurero del lugar a profetizar».
Hay mucha retórica sobre los pobres, incluso demasiada, pero a los pobres no se les da la palabra. Jean Tonglet, representante para Italia del movimiento ATD, dice que cuando se organiza un congreso sobre la pobreza siempre se invita a políticos, a expertos y a veces a activistas, pero nunca a los pobres. Y si alguna vez se hace, es para que cuenten una experiencia. En cambio, afirma Bruni, «el pobre tiene un pensamiento sobre la pobreza, pero no habla nunca de él porque no es capaz de argumentar como el político, salvo que, como hemos intentado hacer, establezcamos reglas comunes para que el pobre pueda entrar en el congreso de forma que se sienta respetado y con libertad para expresarse». La idea inicial de los promotores de Prophetic Economy era invitar a algunos políticos europeos, «pero un día pensamos que en este primer gran evento tendrían que hablar los niños, porque el niño es símbolo de la profecía, como el Emmanuel de Isaías, y porque para cambiar la economía de hoy es necesario un gran proyecto educativo con las jóvenes generaciones. Por eso, hemos preferido empezar invitando a 150 muchachos y muchachas que serán protagonistas del encuentro».
Es sugerente, pero ¿qué incidencia concreta tiene esta perspectiva? «Los profetas incidían en la política con la crítica sistemática a los poderosos, muchas veces exponiéndose a una muerte violenta. El profeta raramente tiene éxito; no es un adulador como los falsos profetas. La profecía, cuando dice cosas incómodas a los poderosos, es subversiva, pero fiel a su deber. La profecía realiza su tara gritando las cosas, recordándolas». Durante esta iniciativa se realizarán gestos concretos de solidaridad en la ciudad de Roma, se plantarán árboles junto a Felix Finkbeiner, un joven alemán que desde que tenía 9 años (hace 10) ha plantado millones de árboles con la organización que fundó. Esta iniciativa no es un congreso, sino un proceso, «acogiendo la invitación del papa Francisco a activar procesos y no a ocupar espacios. Este momento será un detonante para lanzar la Prophetic Economy».
A la profecía se la asocia con la sensación de inquietud y de apocalipsis típica de nuestro tiempo, pero la perspectiva correcta, para Luigino Bruni, es la de «Agustín que, ante el final del imperio romano, decía: “Se está derrumbando un mundo porque otro está naciendo”. Hoy es necesario unir el apocalipsis con el optimismo antropológico. Hoy no debemos desatender la mirada sobre el futuro, el apocalipsis, pero tampoco debemos olvidar la mirada de Adán en el Génesis. “El hombre es distinto”, decía Zeno Saltini. La profecía debe recordarnos que podemos construir mil máquinas y robots, pero ninguno de ellos podrá acercarse mínimamente a la grandeza espiritual de un ser humano, de un niño».
Para más información: https://www.propheticeconomy.org/es
Regístrese rellenando el formulario de inscripción antes del 15 de octubre de 2018.