Los "bienes relacionales" cultivados a través del tiempo con los proveedores, clientes y empleados, se convierten en un recurso que en los momentos de crisis hacen la diferencia. La historia de Norma y Christian, empresarios de EdC en la Ciudad de México.
por Lourdes Hercules
Durante los momentos de crisis, como los generados por la pandemia, muchas empresas ven sus cifras en números grises. O más bien rojos, por las grandes pérdidas en el mercado. Sin embargo, más allá de las cifras, un par de empresarios nos cuentan la gama de colores vivos que se reflejan en las experiencias realizadas desde la Economía de Comunión.
Norma Sánchez y Christian Medina son una pareja mexicana, propietaria de una empresa distribuidora de pinturas Comex. Desde la Ciudad de México nos describen los momentos vividos durante la pandemia.
Christian: Vivimos esta etapa con mucha preocupación e incertidumbre. La situación es peor de lo que se pronosticaba en la Ciudad de México. De las 29 tiendas, 18 están en Ciudad de México, en donde las medidas son más estrictas y nos vimos obligados a cerrar por completo las tiendas. Después de dos meses desde el cierre de estas tiendas, la situación financiera es crítica. Afortunadamente, otras tiendas fuera de la Ciudad de México, aunque con horarios más cortos, siguen abriendo y esto nos permite seguir teniendo ingresos.
Cuando hicimos los primeros cálculos del impacto que tenía cerrar las tiendas, acudimos a quienes nos alquilan los locales para pedir que nos redujeran el precio de la renta. Una de las experiencias más bonitas que hemos tenido es que durante abril, mayo y junio, la respuesta que hemos recibido ha sido de fraternidad. A excepción de uno, todos los caseros nos redujeron un gran porcentaje de la renta. Dos de estas personas incluso se nos acercaban y nos decían que nos rebajaban la renta, pero que nos suplicaban que no despidiéramos a nuestros trabajadores. No estaba en nuestros planes despedirlos, pero que ellas se interesaran era parte de una cadena de solidaridad e interés por el bienestar del otro.
Entre las medidas que nosotros como empresa quisimos tomar fue: a pesar de que la mitad de los empleados están en sus casas, queremos pagarles a todos el sueldo completo e incluso prestaciones, hasta que podamos. Para ellos y para las familias detrás de cada uno de ellos este aporte es imprescindible. Según los cálculos, alcanzaría para pagarles poco más de un mes, pero queríamos ver cómo ingeniárnosla para seguir pagándoles.
Después de algunas semanas, el gobierno de México anunció que todos los patrones que no habían despedido a ningún empleado, tendrían la posibilidad de optar a un préstamo en términos preferenciales, con una tasa de interés muy baja. Nos dimos cuenta que podíamos aplicar, porque nunca pasó por nuestra mente despedir a alguno de los trabajadores. Aplicamos y recibimos el préstamo. Esto nos dio mucha alegría porque significa una especie de reconocimiento desde el sector público hacia la decisión que habíamos mantenido de no dejar sin empleo a ninguno.
Cuando hablamos de Economía de Comunión, más que de un modelo económico, hablamos de una cultura que se ve reflejada también en las relaciones dentro de una empresa. ¿Cómo lo han vivido ustedes?
Norma: Luigino Bruni mencionaba hace poco que estas relaciones con los diversos actores de la empresa, son como un seguro al que se va abonando poco a poco. Así lo hemos sentido. El respeto por cada una de las personas, y las relaciones que se tejen con cada uno de ellas, da frutos en momentos como este.
Tenemos un total de 55 empleados, aproximadamente el 50% de ellos están en su casa y el otro 50% trabaja y permite que el resto pueda seguir teniendo su sueldo. Ninguno de ellos reprocha tener que ir a trabajar, sabiendo que los otros están resguardados en sus casas. Todo lo contrario, vemos la solidaridad también en este aspecto y nos dicen: “nosotros vamos a trabajar para que el otro también pueda comer”.
Christian: Esto que vemos es fruto de una cultura relacional. Hay emergencias, sí, pero una cultura relacional no se construye de emergencia.
En países como los nuestros, Latinoamérica, en donde los porcentajes de economía informal son altísimos (53%) y dentro de la poca economía formal que hay, vemos constantemente prácticas empresariales irresponsables ¿Qué representa ser una empresa de Economía de Comunión en un país latinoamericano, en tiempos de pandemia?
Christian: Vivimos en un contexto en el que prevalece la falta de confianza, deterioro de la formalidad, deterioro del trabajo, falta de cumplimiento de contratos. Vivimos en una cultura que va en contra de la solidaridad, la equidad y la justicia.
Para nosotros, todo esto significa un compromiso fuerte por compartir, por comunicar esta nueva vida dentro de las empresas. No importa si lo que hacemos es grande o pequeño, lo tenemos que compartir y contar, para que la gente vea que hay una posibilidad distinta, hay una alternativa, que funciona y que da resultados incluso mejores para la calidad de vida de todos.