En 1969, Clem Fritschi funda en Piemonte (Italia) la empresa RIDIX, líder en el sector mecánico. El secreto de su éxito: la comunión que se convierte en factor de crecimiento y felicidad.
Publicado en Focolare.org el 9/0/2017
Ciudad del Vaticano, 4 de febrero de 2017. Para calmar la emoción de los 1200 protagonistas de la Economía de Comunión (EdC), que esperan encontrarse con el papa Francisco en el Aula Paolo VI, se relatan algunos testimonios, entre ellos el de Clem Fritschi, quien empieza así: «Mi historia no es la de un empresario exitoso sino que es una historia de amor. Después de haber completado los estudios en Suiza, para practicar el inglés fui a Londres a trabajar como vendedor. Allí conocí a Margherita, nos enamoramos, y como ella es de Turín, decidí buscar trabajo en Italia. Después de dos años nos casamos y nacieron dos niños. En determinado momento la empresa donde estaba trabajando decidió cerrar su actividad. Entonces con algunos colegas juntamos la liquidación de nuestros sueldos para continuar con la empresa». Así nació Ridix, una sociedad que desde 1969 importa y representa en el mercado italiano tecnología y productos de vanguardia en el sector de la mecánica de precisión.
«En 1974, con la familia asistimos a un Congreso de los Focolares en Bérgamo. No era un momento feliz: hacía poco tiempo habíamos perdido a nuestro hijo mayor de 10 años en un accidente. El impacto con la espiritualidad de la unidad es para nosotros como un bálsamo, a tal punto que con Margherita, decimos, aún entre lágrimas, que encontramos a Dios-Amor. Volvimos a casa con una sola palabra: AMAR. Amar a todos, amar también en el trabajo. Uno de los jóvenes conocidos en Bérgamo me pregunta si en la empresa fundada por mí, puede haber un puesto para él. Así entró a trabajar Ugo, después Paolo, después Michele: los tres se convirtieron en nuestros socios.
Nuestro lema como empresa es: “Busquen el Reino de Dios y su justicia y el resto les llegará por añadidura”. Juntos queremos que nuestra relación sea profundamente sincera: está permitido equivocarse y también discutir, pero para experimentar la presencia de Dios debemos apurarnos a recomponer enseguida la unidad entre nosotros. El éxito es sorprendente: hoy somos 9 socios y 70 colaboradores. Muchos están altamente calificados en las ventas, en los contratos, en la puesta en marcha de los productos, el mantenimiento, la gestión. Tenemos una facturación anual superior a los 30 millones de Euros. Amarnos entre nosotros y tratar de amar a todos, también a los enemigos: éste es el éxito de Ridix que trato de describir en síntesis.
- La inclusión de personas afectadas por dependencias o que se encuentran en dificultades de relación y otras que han emigrado de países pobres.
- Puestos de trabajo estables para los jóvenes.
- Superación de los momentos de crisis con la reducción del 20% del sueldo de todos, incluso los socios, para no perder puestos de trabajo. El sentido de pertenencia que se genera con esta praxis, siempre se revela como un factor de éxito.
- Posteriormente ocurre que un cliente es absorbido por una multinacional, por lo cual se produce una pérdida del 20% de la facturación anual. Por un hecho imprevisto, en una semana la facturación se recupera sin perder puestos de trabajo.
- En situaciones que parecían de difícil resolución llega la inspiración justa para simplificar el tema y superar la crisis.
- Posibilidades de sostener y realizar nuevas iniciativas empresariales.
- Una parte de las utilidades se destina a los pobres. Gracias a esta forma de compartir, en la periferia de Tánger (Marruecos), 2 docentes musulmanas abrieron un prescolar en un garaje, para que alrededor de 40 niños puedan llegar preparados a la primaria.
¿El secreto de este éxito? La comunión. Que significa transparencia, sinceridad, verdad también cuando resulta difícil comunicarla, tiempo dedicado a construir relaciones positivas. Nuestra “tierra prometida” hacia la cual caminamos es una empresa en la cual todos deben sentirse felices. Que sean felices los empleados, porque la empresa es sana y el clima es de colaboración. Que sean felices los clientes, porque existe una justa relación calidad/precio de los productos y servicios adquiridos. Que sean felices los proveedores, por la larga y provechosa colaboración.
Al final de la jornada podemos estar cansados (esto ocurre con frecuencia), pero estamos satisfechos y contentos por haber hecho bien nuestro trabajo.