Felicitación de Luigino Bruni al mundo de la EdC.
Cada año recuperamos la memoria de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, que revive dentro de las alegrías y los dolores de cada uno de nosotros y de la humanidad entera. Para el humanismo bíblico, la memoria no consiste en recordar el pasado que ha dejado de existir, sino en vivir de nuevo esa realidad a la vez que se recuerda. Por eso, recordamos la Pascua subiendo con una cruz al monte, gritando el abandono y encontrándonos después resucitados, cuando menos lo esperamos. Este año Jesús, y nosotros con él, ha sido crucificado en todas las guerras que siguen lacerando el mundo, en los niños muertos intentando cruzar el mar o atravesar el desierto, en las guerras civiles de Siria y Libia, en las graves crisis económicas y sociales de Venezuela y Cuba, y más recientemente en la noche de Notre Dame de París.
Pero también este año, la resurrección de Jesús que estamos a punto de revivir nos repite que la muerte y el dolor, por muy tremendos y verdaderos que sean, no son la última palabra sobre la vida. Son solo la penúltima, porque después de ella está el amor, que es igual de verdadero y vivo. Así, año tras año, aprendemos a resucitar, llevando también nosotros, como Jesús, los estigmas de la pasión, que muestran que ese dolor, por ser verdadero, permanece para siempre, pero permanece resucitado.
También la EdC ha tenido sus muertes y sus resurrecciones: dolores, incertidumbre, fracasos, faltas de unidad, la ausencia de algunos protagonistas, nos han dejado porque han muerto o porque el dolor o la decepción les ha llevado a abandonar el proyecto. Pero junto a estas crucifixiones también hemos encontrado muchas resurrecciones, que nos muestran que la vida es más grande que la muerte.
Feliz Pascua a todos, feliz resurrección a cada uno y a todos juntos.
Luigino Bruni