De nuestra historia: el papel silencioso pero fundamental que desempeñó Cosimo Calò en mayo de 1991, en la Mariápolis Araceli.
Antonella Ferrucci
“Querida Rosa,
Gracias por los faxes, que han dado alegría a Chiara. Aquí se respira un aire de paraíso como nunca. Pedimos al Señor poder vivir siempre con dignidad nuestra vocación y entregarnos a la obra cada vez más para dejar a nuestros hijos la memoria de Dios entre nosotros. Te abrazo junto a todos los chicos. En J.A. nuestro paraíso.
Tu Cosimo”.
Es un fax que lleva fecha del 24 de mayo de 1991, enviado por Cosimo Calò a su mujer Rosa. Un testimonio directo del “aire de paraíso” que se respiraba en la Mariápolis Araceli los días en que la Economía de Comunión salió a la luz. Intentamos comprender qué papel desempeñó Cosimo Calò en la vida de Chiara Lubich y en el nacimiento de la EdC, en particular.
Cosimo fue durante muchos años el médico personal de Chiara, con la que mantuvo una relación fortísima. A partir de 1979, Cosimo acompañó a Chiara en todos sus viajes – cuenta su mujer Rosa. El de Brasil, en 1991, fue el último viaje intercontinental que realizó con ella*. Estaba a su lado en el avión cuando, al sobrevolar Sao Paulo, a Chiara le impresionó tanto la diferencia entre los rascacielos y las favelas que los rodeaban como pasa desear hacer algo inmediatamente para promover la justicia social.
Desde aquel momento, Chiara sintió la urgencia de dar vida a algo que respondiera a la necesidad tan fuerte que había advertido. Eran los días en que la “bomba” de la EdC estaba “madurando”. Es sabido que en los días inmediatamente posteriores a su llegada a Brasil en 1991, la impresión de fuerte injusticia que percibió en el avión fue tan intensa que afectó incluso a su físico. Pasaron varios días hasta que llegó el momento de comunicar a la comunidad brasileña la inspiración que había madurado en ella. Allí fue donde Cosimo tuvo un papel determinante: en el momento di subir al estrado, como le ocurría a menudo, Chiara temió no ser capaz de hacerlo. Entonces Cosimo intervino y le dijo: “No, Chiara, estas personas no pueden marcharse sin que tú les digas lo que piensas: nada te lo impide, tú puedes hacerlo”.
“Chiara vivía con mucha intensidad este tipo de situaciones – continúa Rosa – y al final estaba como agotada, porque todo le nacía de dentro, y consumía todas sus energías; en cualquier caso, en aquella ocasión Cosimo la animó, y ella subió al estrado; y lo que salió de allí lo vemos treinta años después. Fue un momento sagrado para todos. Muchos comentaban: hoy hemos vivido en el Paraíso”. Cosimo Calò fue para ella – son palabras de Chiara – “un signo de Dios para mi salud”.
Después de la muerte de Cosimo, Chiara volvió a Brasil por última vez en 1998. En el programa estaba previsto un encuentro con 11.000 brasileños que habían acudido de todo Brasil. Los días anteriores había tenido dos compromisos que le exigieron mucho esfuerzo. Uno de ellos se desarrolló en la Universidad Estatal de Sao Paulo (USP) con el profesor Franco Montoro, uno de los padres del Brasil democrático. Aquellos encuentros agotaron completamente sus energías hasta tal punto que, con grandísimo sufrimiento, no pudo reunirse con los 11.000 que la esperaban, y en su lugar envió a Ginetta Calliari. Por los mismos motivos tampoco pudo participar en la inauguración del Polo Spartaco (lo inauguró Eli Folonari) ni pudo volar a Recife donde la esperaba un Doctorado Honoris Causa en Economía (la representó Vera Araujo).
Chiara hizo enmarcar aquel fax del 24 de mayo de 1991 y se lo regaló a Rosa, porque daba testimonio de cómo una pareja de esposos que vive el Evangelio con intensidad puede ser “memoria de Dios” para los hijos y para toda la humanidad.
Hasta hoy cono conocía los detalles – que tienen sabor a “sagrado” – del papel de Cosimo en la historia de la Economía de Comunión. Ahora me nace en el corazón una gran gratitud hacia él porque también gracias a su “apoyo” el 29 de mayo, tenemos el don de la EdC.
* Cosimo Calò murió repentinamente en 1992