#OPLAStories - En 2024, los fondos de la EdC dieron muchos frutos, gracias al esfuerzo de las comunidades locales. He aquí algunos ejemplos.
Tainã Santana para OPLA Team
“Se necesita un pueblo entero para educar a un niño”, dice un antiguo proverbio africano. Del mismo modo, se necesita una comunidad entera para acompañar a las personas en la superación de la pobreza. En 2024, los fondos de la EdC dieron muchos frutos, gracias al esfuerzo de las comunidades locales. He aquí algunos ejemplos.
Esther Ali viene de una familia de 11 hijos, en un pueblo ubicado en los confines de Nigeria, una región caracterizada por frecuentes episodios de violencia debido a los conflictos entre nómades y campesinos. De niña, Esther fue “confiada” a una familia que la trató como una esclava y, como es posible imaginar, vivió una experiencia traumática. Sin embargo, su hermano mayor encontró a los jóvenes del Movimiento de los Focolares y de la EdC y ayudó a Esther a escapar de esa familia. Al volver a casa, Esther conoció el Movimiento de los Focolares y durante tres años compartió una casa con otras tres jóvenes que, como ella, buscaban aplicar la fraternidad en sus vidas cotidianas. La EdC sostuvo los estudios superiores de Esther, que emprendió la carrera de Química. Y si todo va bien, el año próximo podrá empezar a buscar trabajo.
Pedro vive en Cuba, en una casa ubicada en las periferias de su ciudad, donde la corriente eléctrica solo está disponible 4 horas al día, y donde tampoco el gas está asegurado. Con ayuda de la EdC, Pedro pudo comprar una lámina de hierro para cocinar con carbón y una olla arrocera que funciona cuando hay corriente. Lamentablemente, la ayuda que su familia debería recibir del gobierno para el mantenimiento llega esporádicamente, por lo que el dinero fue usado para necesidades básicas como comida y productos de higiene. La habitación de Pedro, sin ventana, es muy oscura cuando no hay corriente, pero con la ayuda recibida, pudo comprar una lámpara recargable que funciona durante algunas horas sin electricidad.
En Alejandría de Egipto, el invierno trae a menudo abundantes lluvias y en ocasiones también la nieve. En la región no existen sistemas de canalización, y cuando llueve, el agua paraliza la vida cotidiana. Mary vive en un apartamento en planta baja, y el año pasado el agua invadió varias veces su casa. Con la ayuda de la EdC, Mary pudo arreglar la parte dell inmueble por donde el agua entraba. Este año, hasta ahora, no hubo problemas, y Mary pudo trabajar tranquila, sin tener que levantarse cada vez que llueve para sacar el agua.
Dian, que vive en Indonesia, pudo con ayuda de la EdC terminar exitosamente sus estudios en Obstetricia, a pesar de las dificultades económicas de su familia. Después de graduarse, Dian encontró trabajo como obstetra en una clínica. En su tiempo libre, ofrece sus servicios al Centro Social de Medan, contribuyendo con esfuerzo en todo lo posible.
El desarrollo, tanto personal como comunitario, es un proceso que requiere tiempo, pero son los pequeños y grandes cambios en la vida de cada persona los que nos hacen entender que estamos en el camino correcto. Gracias a todos aquellos que, con esfuerzo y dedicación, hicieron posible este camino: participantes, agentes, empresarios y todos los miembros de las diversas comunidades locales que, uniéndose, ayudan a crear un vínculo de comunión, de apoyo mutuo y de crecimiento colectivo.
Credits foto: Foto di İbrahim Hakkı Uçman su Pexels