El informe de ATD Cuarto Mundo sobre las dimensiones ocultas de la pobreza se basa en el cruce de saberes de aquellos que han conocido y experimentado la pobreza en primera persona, de quienes se han enfrentado a ella a través de acciones sociales y de quienes la han estudiado a nivel teórico.
Marta Pancheva, Observatorio sobre la Pobreza Leo Andringa - OPLA
“Lo esencial es invisible a los ojos” escribía Saint-Exupéry. Algunas formas de pobreza “son invisibles a los ojos”. Es lo que nos enseña el informe “Las dimensiones ocultas de la pobreza” de ATD Cuarto Mundo, realizado en colaboración con un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford y publicado en 2019. El informe es fruto de un proceso de tres años de duración basado en un auténtico cruce de saberes: de aquellos que han conocido y experimentado la pobreza en primera persona; de quienes se ha enfrentado a ella a través de acciones sociales; y de quienes la han analizado a nivel teórico.
Además de ser enormemente interesante e innovador desde el punto de vista metodológico, pues ha convertido a personas en situación de pobreza, activistas sociales y académicos en auténticos co-investigadores en un intento de arrojar luz sobre un fenómeno tan complejo, este estudio añade palabras importantes al debate acerca de los posibles caminos para “poner fin a la pobreza en todas sus formas”, como reza el primero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Nos ayuda a considerar aspectos que durante mucho tiempo han permanecido inobservados o marginales, pero sin los cuales nuestra comprensión y nuestra acción están destinadas a ser parciales y a verse seriamente comprometidas.
La investigación no solo ha dado voz directamente a las personas en situación de pobreza (un ejercicio nada trivial) poniéndola en diálogo con la voz de los actores sociales y de los académicos, sino que además ha reunido experiencias de pobreza en contextos que pueden parecer muy lejanos. El estudio ha sido realizado tanto en países en vías de desarrollo como Bangladesh, Bolivia y Tanzania, como en países avanzados como Francia, Inglaterra y Estados Unidos, y ha mostrado una convergencia y una superposición sorprendentes entre los rasgos distintivos de una vida pobre. En particular, la investigación ha conducido a identificar nueve dimensiones principales que caracterizan la experiencia de la pobreza en todos estos contextos aparentemente muy diferentes.
Para empezar, toma tres formas de deprivación muy conocidas (y evidentes), como son la imposibilidad de acceder a un trabajo decente, la insuficiencia y la inseguridad de los ingresos, y la escasez de otros recursos (bienes y servicios materiales y sociales) que pueden comprometer la participación plena en la vida social. Como pone de relieve uno de los participantes en el estudio, en una sociedad donde las personas son cada vez más valoradas por lo que tienen, no tener mucho significa no valer mucho.
Sin embargo, el informe no se queda en estos aspectos más materiales característicos de un estado de pobreza. Pone de relieve otras seis dimensiones que podemos considerar “nuevas” en cuanto que están ausentes en los indicadores utilizados hasta ahora en este ámbito de análisis.
Por una parte, se refieren a lo que el informe llama experiencias centrales de la pobreza, entre las que se encuentra un auténtico sufrimiento “del cuerpo, de la mente y del corazón” estrechamente relacionado con la insostenible falta de control sobre la propia vida. La exposición diaria a un elevado nivel de riesgo que experimentan las personas en situación de pobreza en distintos lugares del mundo reduce el margen de error frente a opciones repelentes y decisiones fuertemente vinculadas que fácilmente se traducen en varias formas de dependencia y sumisión. Como enfatiza uno de los participantes en el estudio, “la pobreza se siente como una red enmarañada de la que nunca podrás escapar”.
Pero pobreza no es necesariamente igual a resignación. En muchas ocasiones, la pobreza es el motor de una auténtica lucha y resistencia ante las adversidades, ante los temores asociados a un futuro muy incierto. Muchas veces, continúa el informe, esta posición activa y creativa de las personas que viven en condiciones de pobreza (hace falta mucha creatividad para sacar lo máximo de los escasísimos recursos de que se dispone) no es vista por los demás. Las sociedades siguen sin reconocer los conocimientos, las competencias y las aportaciones de las personas que viven en estado de pobreza y cuyos esfuerzos en gran parte permanecen invisibles.
Esta es precisamente una de las tres dimensiones relacionales que el informe identifica. Ponen de manifiesto que la experiencia de la pobreza está fuertemente condicionada por la manera en que se perciben y se tratan mutuamente distintos individuos y grupos dentro de una sociedad. Como enfatiza uno de los participantes en la investigación, ser visto “desde arriba” implica una presunción de que el “pobre” no tiene nada bueno que ofrecer a la vida de la comunidad. Esta visión alimenta varias formas de maltrato institucional y social y muchas veces representa la expresión, más o menos explícita, de una serie de prejuicios, entremezclados a veces con creencias culturales que fácilmente desembocan en discriminación, abuso y estigma.
La pobreza está estrechamente relacionada con la identidad de quien la vive. La manera en que los otros nos ven influye profundamente en la visión que tenemos de nosotros mismos. Algunos de los participantes cuentan que a menudo se desencadenan verdaderos sentimientos de culpabilidad debidos a la imposibilidad de “dar a otros”. Otras veces, quienes se ven obligados a vivir en condiciones de pobreza encuentran precisamente en la posibilidad de compartir lo poco que tienen, una salida a estas tendencias.
Todo esto nos desvela hasta qué punto la pobreza no es un asunto individual sino más bien un fenómeno relacional. Una mirada que culpabiliza y juzga puede hacer que la pobreza sea más fuerte e insuperable, pero, al mismo tiempo, la pobreza hace surgir formas de solidaridad y apoyo inesperadas, que hay que poner en valor.
Para terminar, hay que reconocer que las nueve dimensiones identificadas en el informe están íntimamente conectadas, y muchas veces se experimentan juntas, de forma interdependiente. Para tener una comprensión más profunda y exhaustiva de un fenómeno tan poliédrico y complejo, es esencial no perder de vista la forma en que estos aspectos distintos se entrelazan y plasman cada experiencia de pobreza, que es única, como única e irrepetible es cada vida humana. El grado de cumplimiento es un reflejo directo de la imagen de nuestra sociedad y de su madurez.
El informe “Las dimensiones ocultas de la pobreza” está escrito en un lenguaje sencillo y es muy recomendable para cualquiera que quiera profundizar en estos temas. Puede descargarse en: https://www.atd-cuartomundo.org/wp-content/uploads/sites/6/2019/05/2019-06-04-Final-Dim_Pauvr_esp.pdf
The Hidden Dimensions of Poverty - ATD Fourth World
