Un episodio "mítico" de la historia de Chiara Lubich en los primeros tiempos del movimiento revive hoy en una empresa de EdC de Indianapolis (USA).
John Mundell
Entre los miembros de la Economía de Comunión circula una famosa historia de los primeros tiempos del Movimiento de los Focolares que ocurrió durante la segunda guerra mundial, cuando una persona pobre necesitaba un par de zapatos del número 42. Alguien comunicó esta necesidad a Chiara Lubich, fundadora de los Focolares y de la Economía de Comunión, y ella, sabiendo que Jesús estaba en esa persona pobre, se dirigió al Señor en la iglesia de Santa Chiara, cercana al hospital del mismo nombre, con esta oración: "Dame un par de zapatos del número 42 para ti en esta persona pobre". Cuando Chiara salió de la iglesia, una señora se le acercó y le entregó un paquete. Al abrirlo encontró un par de zapatos del número 42.
Este episodio es un sencillo ejemplo de las experiencias de la Providencia que la joven comunidad de los Focolares de Trento, en Italia, realizaba cuando empezó a practicarse la comunión de bienes: se hicieron como los primeros discípulos de Jesús, de los que se decía, según los Hechos de los Apóstoles, que “tenían un solo corazón y una sola alma, y entre ellos no había ningún necesitado”.
¿Qué deberíamos hacer como empresarios de la Economía de Comunión? Nuestras relaciones con los necesitados, ¿satisfacen las necesidades de nuestras comunidades locales en todo el mundo? He aquí una experiencia de esta semana de octubre de 2019.
En Indianapolis, nuestra empresa de EdC comparte regularmente sus beneficios con distintos grupos locales que están en primera línea en la lucha contra la pobreza y en la ayuda a las personas sin hogar.
Esta semana, mi mujer Julie ha recibido una petición urgente de un grupo, The PourHouse: “Necesitamos un par de botas de trabajo con punta de acero del número 44,5 para uno de nuestros amigos sin hogar que acaba de encontrar trabajo, pero no tiene botas”. Casi inmediatamente después de leer el artículo, Julie envió un email a todos nuestros empleados para compartir esta necesidad. Uno de nuestros muchachos envió rápidamente su respuesta: “Tengo la talla 44,5 y me sobra un par de botas de trabajo usadas porque la empresa acaba de comprar un par nuevo”. Esta tarde he dejado sus botas en la puerta de la casa de The PourHouse - un par, con la punta de acero, talla 44.5. ¡Me imagino su sorpresa y su alegría!
A veces leemos grandes historias de los primeros apóstoles y pensamos que nos gustaría haber vivido en aquellos tiempos para asistir en primera persona a los dramáticos acontecimientos de los primeros años, y vivir en una comunidad donde “no había ningún necesitado”. Otras veces recordamos las historias de las obras de los “grandes santos” y los verdaderos milagros acontecidos durante su vida, como en el caso de Chiara y los zapatos del número 42, y soñamos qué significa estar con ellos y sentir la presencia tangible de Dios como unidad y amor recíproco, que ha hecho vibrar a las comunidades con “un solo corazón y una sola alma”.
Algunas veces, en estos últimos 28 años viviendo cotidianamente los ideales de la Economía de Comunión, se nos ha permitido dar testimonio en primera persona de nuestros milagros, fruto del amor recíproco y la reciprocidad, y la Providencia de Dios, con personas reales como protagonistas. Los zapatos del número 42… ¿ocurrió de verdad? Si tienes alguna duda, echa un vistazo. Y mañana podrás ver por los caminos de Indianapolis a una persona sin hogar que va por la calle llevando las botas adecuadas para comenzar la siguiente fase de su vida. Como dicen a menudo nuestros amigos musulmanes: ¡Dios es grande!