Son hombres y mujeres de negocios que decidieron sumarse a la "Economía de Comunión".
Publicado por Notimex el 16/02/2017
Un grupo de empresarios mexicanos ha decidido desafiar al capitalismo salvaje emprendiendo procesos de reforma en sus compañías, colocando a las relaciones humanas en primer lugar y dejando en segundo término la búsqueda de utilidades económicas a toda costa.
Son hombres y mujeres de negocios que decidieron sumarse a la “Economía de Comunión” (EdC), un movimiento nacido hace 25 años en Brasil y que en la actualidad cuenta con miembros en más de 50 países.
Cuatro mexicanos, seguidores de esta iniciativa, participaron en fecha reciente en un encuentro en el Vaticano con el Papa Francisco. Uno de ellos es Christian Medina Campos, quien desde hace 10 años dirige Catena 71 – Pinturas, la compañía fundada por sus padres hace tres décadas.
“Es una experiencia que me ha cambiado la vida totalmente”, contó Medina Campos en entrevista con Notimex. “Me ha permitido sentirme satisfecho, hacer lo correcto en mi vida y encontrar un significado a mi vocación de empresario”, añadió.
Medina Campos se sumó a la EdC hace cinco años durante un viaje a Argentina. A las afueras de Buenos Aires tomó un curso que le ofreció las claves de este nuevo modelo de gestión empresarial, iniciado en Sao Paulo por Chiara Lubic, también fundadora del movimiento católico de los Focolares.
“Una empresa de Economía de Comunión divide sus utilidades finales en tres partes, un tercio para ayudar a las personas en necesidad, un tercio para formar hombres nuevos y un tercio se queda en la propia empresa”, explicó.
Aseguró que si bien esa distribución de utilidades es la “manifestación última y externa” del modelo de comunión, en realidad gracias a su aplicación sucede algo “mucho más profundo, trascendental, revolucionario” dentro de la empresa.
“Se da una reestructuración de las relaciones al interior de la empresa y entre la empresa y sus socios, los proveedores, los clientes y la autoridad gubernamental. Todo parte de una transformación interna, del alma y fundamental”, insistió.
Medina Campos precisó que se trata poner al hombre en el centro de las actividades del trabajo; ya no es la utilidad del gerente lo más importante, sino ayudar a todos los empleados y a las comunidades.
Catena 71. Pinturas es una línea de tiendas de distribución al menudeo de pinturas y recubrimientos que se ubica al sur del Valle de México. Sus utilidades han sido destinadas, entre otras cosas, a las colegiaturas de niños de familias de escasos recursos que asisten al Colegio Santa María de la capital del país.
Medina Campos aclaró que no existe una fórmula única en el mundo para aplicar la Economía de Comunión: algunos empresarios patrocinan proyectos de ayuda social, otros buscan llevar educación de calidad a los lugares necesitados y otros más donan sus productos a diversas instituciones.
Si bien su forma de actuar es de por sí un desafío directo al capitalismo salvaje, el empresario mexicano aclaró que su opción es más bien una “ayuda desde adentro” porque él y sus compañeros no se visualizan en una opción que abandone el capitalismo.
“Es una revisión dentro del capitalismo, colocando en primer lugar de lo que realmente importa. Sin salirnos de la empresa, del mercado y la competencia, estamos buscando una solución que haga empresas más eficientes, más humanas, más sustentables”, explicó.
“Son empresas que en ningún momento se desconectan de las exigencias del mercado y la regulación del gobierno, no aspiran a crear algo que combata los principios del mercado. Se trata de humanizar y poner al hombre al centro de la actividad económica”, agregó.
Para quienes, como Medina Campos, optan por un cambio profundo la corrupción se presenta como uno de los principales desafíos. Pero, aseguró, que cambiar la dinámica de las relaciones dentro de la empresa incrementa la productividad y la rentabilidad.
Afirmó que ese margen de ganancia le permite a él, como patrón, cumplir honestamente con las reglas, la normativa, los impuestos, la seguridad social y con todo, sin corromperse.
“Todo esto lo digo porque lo estoy viviendo. Claro, (el proceso) es gradual, no es una transformación automática, es algo que se va conquistando cuando se van estableciendo relaciones nuevas, de respeto, de aprecio y de amor en la empresa, con los clientes y los proveedores”, estableció.