Se está desarrollando en Castelgaldolfo el Congreso internacional EdC con más de 500 participantes de 51 países. Mañana será el esperado encuentro con el papa. Entrevistamos a Luigino Bruni
de Antonella Ferrucci
Estamos en la víspera de un encuentro que ya hay quien lo ha definido justamente como histórico. ¿Qué esperáis?
De todo. Todo encuentro verdadero supera siempre nuestras expectativas. Por ello tenemos la capacidad de sorprendernos hasta el final de la vida (y dejamos de vivir cuando dejamos de sorprendernos de los encuentros que hacemos). Si esto es cierto siempre, lo es de una manera particular con el papa Francisco, que nos sorprende continuamente desde el primer día de su elección, cuando se despidió con aquel maravilloso "buenas noches".
Entonces, ¿no tenéis ningún sueño, ninguna expectativa?
Sí, muchos, pero trato de no tomarlos demasiado en cuenta porque me gustaría llegar ante Francisco con la actitud de quien quiere escuchar para aprender y dejar vía libre para que se abran paso las perspectivas de cara al futuro. Personalmente, me gustaría que el papa Francisco nos indicase los caminos que nos podrían hacer crecer, que no nos hable solo del “ya” sino también del “aún no”. La EdC hoy necesita nuevos estímulos, nuevas metas, retos desafiantes en un mundo que ha cambiado muy rápido y que está demasiado alejado del de 1991, en que nació la Economía de Comunión. no existe en la tierra una persona más adecuada para indicarte estos nuevos retos-desafíos.
¿Qué le vais a llevar al papa Francisco?
Le vamos a llevar algunos regalos, como un antiguo cáliz chino (donado por algunos representantes de la EdC, que también está presente en el país del dragón) y un cuadro del pintor Michel Pochet sobre la misericordia (Dios que llora con nosotros). Pero el regalo que llevaremos al papa, todos juntos, de los 51 países, es la EdC misma que, con su simplicidad y reducidas dimensiones, lleva 25 años dando testimonio en todo el mundo de una economía de la gratuidad y dice que las bienaventuranzas se cumplen también en la vida económica, que los pobres pueden tener esperanza. No es casualidad que una de las personas que llevarán un saludo al papa es Maria Helena, que desde que era una muchacha pudo estudiar gracias a la ayuda recibida de las empresas EdC y que hoy preside la Asociación EdC brasileña. Es verdad que son solo cinco panes y dos peces pero, como son de verdad, y se dan y no se venden con ánimo de lucro, esperamos que se produzca el milagro.