Hace un par de semanas el evento The Economy of Francesco nos dejó experiencias, inquietudes, pero sobretodo, compromisos por la economía y el futuro global.
Publicado originalmente en el sitio United World Project.
“¡Bienvenidos a Asís, esto es The Economy of Francesco!”. Estas fueron las primeras palabras con las que la joven ecuatoriana Catalina Hinojosa dio el banderazo de salida al evento online, transmitido desde una de las capillas de la Basílica de San Francisco de Asís. Su voz joven, vibrante y enérgica en el medio de una arquitectura medieval eran un contraste armonioso que anticipaba lo que estaba por venir durante los tres días del evento.
Catalina no estaba sola, la acompañaba Amine Sahnouni, un joven musulmán de Argelia, y Jena Espelita, de Filipinas. Además, dos músicos italianos integrantes de la agrupación NYADO daban calidez musical al evento, amenizando algunos de los momentos. El mundo representado en una pequeña capilla y, al mismo tiempo, la pequeña capilla llegaba al mundo entero. Aún no terminaban de dar el saludo inicial y los números de la transmisión subían rápidamente. Las conexiones llegaban de todas partes, de los cinco continentes.
Así, el esperado momento del evento había llegado. No como lo habíamos imaginado, porque no podíamos estar todos reunidos, pero siendo en línea, superó cualquier expectativa.
No es el final
Muchos periódicos y portales de noticias llamaron a este momento “el evento conclusivo” de The Economy of Francesco. No lo fue. No lo es. El mismo Papa Francisco en su discurso al cierre del evento lo recalcó: “Para mí este encuentro virtual en Asís no es un punto de llegada sino el puntapié inicial de un proceso que estamos invitados a vivir como vocación, como cultura y como pacto. Como vocación, cultura y pacto”. Agregó que para que esto suceda, los jóvenes estamos llamados a incidir concretamente en las “ciudades y universidades, trabajos y sindicatos, emprendimientos y movimientos, cargos públicos y privados con inteligencia, empeño y convicción para llegar al núcleo y al corazón donde se gestan y deciden los relatos y paradigmas. Esto me movilizó a invitarlos a realizar este pacto”.
Por otro lado, llamarlo el verdadero inicio, tampoco le hace justicia. Especialmente cuando desde hace más de un año las redes locales de jóvenes emprendedores y economistas comenzaron a activarse para cuestionar los grandes problemas económicos del mundo actual. Posteriormente, se gestionaron 12 aldeas temáticas en las que se discutían y debatían posibles ejes para la economía del mañana. Fueron precisamente estos grupos de jóvenes los que durante el evento tutelaron y guiaron cada una de las dinámicas y temáticas abordadas.
Los jóvenes al centro, no acompañantes
El protagonismo de los jóvenes saltó a la vista desde el primer momento durante la transmisión y fue una constante durante los tres días. Los momentos de reflexión, interiorización, debate, discusión, diálogo, etc., fueron siempre liderados por jóvenes de todo el mundo. Y es que, aunque el evento fue abierto para que cualquiera pudiera seguirlo, The Economy of Francesco surgió como un llamado a los menores de 35 años, a crear un pacto para dar una nueva alma a la economía global.
El rol protagónico es esencial. Lo dice el Papa, pero no solo. Lo menciona también la reconocida economista Kate Raworth, quien señala que los jóvenes del Siglo XXI hemos experimentado diversas crisis, que van desde el colapso financiero, hasta el colapso climático. Pero lo más importante: estamos respondiendo a estas crisis. Raworth, quien además fue una de las panelistas del evento, se refirió al mismo indicando que “los jóvenes fueron capaces de hablar a través de las barreras del idioma y las barreras de la diferencia y las diferentes culturas encontrando el pensamiento colectivo”.
Como Kate, otros reconocidos economistas se sumaron al rico y variado panel de expositores que compartían sus conocimientos. Lo hizo el Premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus, la profesora y activista Vandana Shiva, el economista y consultor Jeffrey Sachs, el profesor y economista Stefano Zamagni, entre otros.
Ingredientes EoF
Regresando a la raíz del evento, hacemos un análisis de qué elementos han hecho de este proceso algo tan particular. Son varios. Como cuando preparas una pizza y no sabes atribuirle las bondades del sabor a un solo ingrediente. Sor Alessandra Smerilli, miembro del Comité Científico de The Economy of Francesco menciona algunos, los cuales considera serán clave para continuar el trabajo: “Los Hubs regionales, donde pueden actuar y ser protagonistas”. Es decir, comunidades locales que se articulan al interior de las ciudades. Durante el evento muchos de estos Hubs incluso se reunieron presencialmente para seguir la transmisión juntos. Continúa Sor Alessandra: “las aldeas temáticas que habéis creado y que son una oportunidad para seguir trabajando en temas específicos”. Y finalmente el Hub internacional.
El profesor Luigino Bruni, Director Científico de The Economy of Francesco, subraya también elementos como la libertad, la pureza y la internacionalidad del proceso: “Fue un evento generativo, sin dueños ni pertenencia: los jóvenes son como las truchas, inmediatamente sienten si hay agua limpia. El hecho de que el Papa y San Francisco fueran los garantes de la iniciativa hizo que los jóvenes percibieran la autenticidad y universalidad de esta "convocatoria". Sólo la gratuidad puede poner en marcha un proceso de este tipo”.
Dispuestos a ensuciarnos las manos
El Papa Francisco lo dijo en su mensaje final: “Nada de atajos, levadura, ensuciarse las manos”. Y casi al final, como quien olvida pero recupera aliento para darle aún más fuerza al mensaje, mencionó una de las palabras que más aprecio de todo este proceso: CREATIVIDAD.
“La historia nos enseña que no hay sistemas ni crisis que hayan podido anular por completo la capacidad, el ingenio y la creatividad que Dios sigue alentando en los corazones”, dijo el Papa. Sí, creatividad. Porque además de ser inspirada por Dios, como lo enfatiza también en la Encíclica Laudato Si’, la considero una de las principales características de la juventud.
Creatividad es crear. Un elemento que ha sido claro y constante durante este proceso. Crear una nueva economía. Un llamado. No pintarla de verde, o modernizar, o acomodarla a las necesidades de hoy, sino crear cambios estructurales que permitan pensarla con los pobres, con los marginados, con la naturaleza.
Este mismo deseo de crear, hizo que uno de los momentos claves del cierre del evento fuera el momento de la declaración final y compromiso común de los jóvenes. Un mensaje claro, con solicitudes precisas y compromisos fuertes. Sin tibiezas:
Nosotros, jóvenes economistas, emprendedores, agentes de cambio del mundo,
convocados en Asís por el Papa Francisco,
en el año de la pandemia COVID-19, queremos enviar un mensaje
a los economistas, empresarios, decisores políticos, trabajadoras y trabajadores, ciudadanas y ciudadanos del mundo,
para transmitir la alegría, las vivencias, las esperanzas, los retos que hemos madurado y recogido en este período escuchando a nuestra gente y nuestro corazón. Estamos convencidos de que no se puede construir un mundo mejor sin una economía mejor y que la economía es demasiado importante para la vida de los pueblos y de los pobres como para dejar de ocuparnos todos de ella.
Por esto, en nombre de los jóvenes y de los pobres de la tierra,
pedimos que:
- las grandes potencias mundiales y las grandes instituciones económico-financieras desaceleren su carrera para dejar respirar a la tierra. El COVID nos ha hecho desacelerar sin haberlo elegido. Cuando el COVID pase, debemos optar por desacelerar la carrera desenfrenada que está asfixiando la tierra y a los más débiles;
- se active una comunión mundial de las tecnologías más avanzadas para que también en países de bajos ingresos se puedan realizar producciones sostenibles; se supere la pobreza energética ‒fuente de disparidad económica, social y cultural‒ para lograr la justicia climática;
- el tema de la salvaguardia de los bienes comunes (especialmente los globales como la atmósfera, los bosques, los océanos, la tierra, los recursos naturales, todos los ecosistemas, la biodiversidad, las semillas) sea un punto central en las agendas de los gobiernos y de la enseñanza en las escuelas, universidades, escuelas empresariales de todo el mundo;
- nunca se vuelvan a usar ideologías económicas para ofender y descartar a los pobres, a los enfermos, a las minorías y los desfavorecidos de todo tipo, porque la primera ayuda a su indigencia es el respeto y la estima de sus personas: la pobreza no es una maldición, es solo una desdicha, y no es responsabilidad de los pobres;
- que el derecho al trabajo digno para todos, los derechos de la familia y todos los derechos humanos sean respetados en la vida de cada empresa para cada trabajadora y cada trabajador, garantizados por las políticas sociales de cada país y reconocidos a nivel mundial con un estatuto compartido que desaliente las opciones empresariales orientadas solo al lucro a costa de la explotación de los menores y los más desfavorecidos;
- sean inmediatamente abolidos los paraísos fiscales en todo el mundo porque el dinero depositado en un paraíso fiscal es dinero robado a nuestro presente y a nuestro futuro y porque la primera respuesta al mundo post-COVID será un nuevo pacto fiscal;
se creen nuevas instituciones financieras mundiales y se reformen, en un sentido democrático e inclusivo, las ya existentes (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional) para que ayuden al mundo a recuperarse de las pobrezas, de los desequilibrios producidos por la pandemia; se recompensen y fomenten las finanzas sostenibles y éticas, y se abatan las finanzas altamente especulativas y depredadoras mediante una tasación adecuada;
las empresas y los bancos, especialmente los grandes y globalizados, introduzcan un comité ético independiente en su gobernanza con veto en materia de medio ambiente, justicia e impacto sobre los más pobres;
las instituciones nacionales e internacionales prevean premios para apoyar a empresarios innovadores en el ámbito de la sostenibilidad ambiental, social, espiritual y, no última, gerencial porque solo repensando la gestión de las personas dentro de las empresas será posible una sostenibilidad global de la economía;
los Estados, las grandes empresas y las instituciones internacionales asuman el compromiso de una educación de calidad para cada niña y niño del mundo, porque el capital humano es el primer capital de todo humanismo;
las organizaciones económicas y las instituciones civiles no estén tranquilas hasta que las trabajadoras no tengan las mismas oportunidades que los trabajadores, porque las empresas y los lugares de trabajo sin una adecuada presencia del talento femenino no son lugares plena y auténticamente humanos y felices;
pedimos, por último, el compromiso de todos para que se acerque el tiempo profetizado por Isaías: “Harán arados de sus espadas y sacarán hoces de sus lanzas. Una nación no levantará la espada contra otra y no se adiestrarán para la guerra.” (Is 2, 4). Los jóvenes ya no toleramos que se sustraigan recursos a las escuelas, a la salud, a nuestro presente y futuro para construir armas y alimentar las guerras necesarias para venderlas. Nos gustaría contarles a nuestros hijos que el mundo en guerra terminó para siempre.
Todo esto ‒que vivimos ya en nuestro trabajo y en nuestros estilos de vida‒ lo pedimos sabiendo que es muy difícil y quizás muchos lo consideren utópico. En cambio, creemos que sea profético y por tanto que podamos pedir, pedir, una y otra vez, para que lo que hoy parece imposible mañana lo sea menos gracias a nuestro compromiso y a nuestra insistencia. Ustedes, adultos que tienen en sus manos las riendas de la economía y de las empresas, han hecho mucho por nosotros los jóvenes, pero pueden hacer más. Nuestro tiempo es demasiado difícil para no pedir lo imposible. Confiamos en ustedes y por eso les pedimos mucho, pero si pudiésemos menos, no pediríamos lo suficiente.
Pedimos todo esto en primer lugar a nosotros mismos y nos comprometemos a vivir los mejores años de nuestras energías e inteligencia para que la economía de Francisco sea cada vez más sal y levadura de la economía de todos.