Querido Papa Francisco:
Hoy deberíamos habernos encontrado en Asís con motivo de The Economy of Francesco, evento que ha tenido que posponerse a noviembre debido a la emergencia global causada por el coronavirus.
Habrías conocido el trabajo de los jóvenes que hemos respondido con generosidad y entusiasmo a tu llamada. Habrías escuchado nuestras historias de cambio: la de Diego y su ecovilla en Brasil, la de Samer, del Líbano, que ha inventado una plataforma para el trabajo sin barreras, o la de Andrea, el joven economista con “corazón de médico”. Y habrías escuchado también, entre otros, a la ugandesa Myriam y su desafío con el microcrédito, a la azerí Turkan que investiga sobre la desigualdad de género, o a Lilly, la jovencísima activista tailandesa que lucha contra el consumo de plástico. Nosotros habríamos escuchado tus palabras y habríamos compartido después un pacto sobre la tumba de San Francisco.
Pero hoy, también The Economy of Francesco y las muchas personas que están trabajando en este proceso atraviesan el dolor y la complejidad de la crisis mundial. Nosotros también vivimos este tiempo como una larga cuaresma, como un largo Sábado Santo, que es el tiempo del silencio y la espera, pero también del cuidado y de los perfumes sobre los cuerpos heridos, a la espera de la resurrección. El Sábado Santo es el tiempo de María, de las mujeres, de su economía distinta, que es economía de relaciones antes que de dinero y riqueza.
Nosotros no nos detenemos. La crisis internacional debida al coronavirus muestra una vez más que todo está interconectado. A la luz de esta experiencia trágica, la cita a la que nos convocaste nos parece aún más urgente y profética. Por nuestra parte, multiplicaremos el esfuerzo, completaremos los temas, organizaremos eventos y encuentros en la forma que podamos, e incluiremos otras voces y otras sensibilidades. Encontrarse será aún más bello, para nosotros y par el mundo que, hoy más que ayer, espera una economía distinta, a la medida del ser humano.
Estas breves líneas, querido Papa Francisco, quieren hacerte llegar el abrazo que hoy te habríamos dado en Asís. Estamos seguros de que seguirás acompañándonos en este camino con tu presencia y tu oración, que necesitamos y agradecemos, siempre.
Hasta la vista en Asís el 21 de noviembre.