“Hay un pensamiento de los jóvenes, sobre todo en cuestiones medioambientales y económicas, mucho más adelantado que el pensamiento de los adultos”, explica el economista Luigino Bruni: “En el siglo XX no ha faltado amor a los jóvenes, pero sí escucha y respeto por su pensamiento. Tienen un punto de vista sobre las cosas distinto del nuestro y este pensamiento hay que tomarlo muy en serio”
Entrevista de Maria Chiara Biagioni
Original italiano publicado en AgenSIR el 13/05/2019
“Hemos invitado a premios Nobel, expertos y personalidades mundiales para apadrinar el evento, pero los destinatarios son los jóvenes”. Apunta directamente a los verdaderos protagonistas de “The Economy of Francesco” el profesor Luigino Bruni. Del 26 al 28 de marzo de 2020, la ciudad de Asís será la sede de un encuentro de tres días enteramente dedicados a los jóvenes economistas y empresarios de todo el mundo. Habrá talleres, manifestaciones artísticas, seminarios y sesiones plenarias. La invitación a participar – esta es una gran novedad – procede directamente del Papa Francisco, que hace unos días lanzó la convocatoria mediante una carta. La propuesta consiste en establecer con los jóvenes un “pacto para cambiar la economía actual y darle un alma a la economía de mañana”. Para hacer que sea “más justa, inclusiva y sostenible, sin dejar a nadie atrás”.
El evento está organizado por un comité compuesto por la diócesis de Asís, la ciudad de Asís, el Instituto Seráfico de Asís y la Economía de Comunión. El economista Luigino Bruni, profesor de economía política en la Universidad LUMSA, es el director científico del comité. “Esta iniciativa aúna dos prioridades del pontificado de Francisco: los jóvenes y la economía”, explica. En el encuentro participarán al menos 500 jóvenes de todo el mundo. Serán doctorandos en economía y jóvenes empresarios. “La idea es hacer que se encuentren periódicamente y crezcan juntos, que se cree en el mundo un movimiento de jóvenes economistas con el espíritu de Francisco, en referencia a Bergoglio pero también a Francisco de Asís”.
Asís y la economía: parece un binomio paradójico, considerando que San Francisco eligió una pobreza extrema que hoy, frente a los paradigmas actuales, se presenta como la anti-economía por excelencia. ¿Por qué se ha elegido Asís?
Porque San Francisco de Asís está en el centro de otra economía. Los franciscanos fueron los primeros economistas de Europa. Escribieron los primeros tratados de economía en los siglos XIII y XIV. Además, de los franciscanos surgieron los primeros bancos modernos, los Montes de Piedad, a mediados del siglo XV. A partir de la pobreza elegida, concibieron una economía basada en dar y compartir. Así pues, no se puede decir que los franciscanos sean la no-economía. Antes bien, representan otro modo de entender la economía, donde los pobres son protagonistas, donde la riqueza es compartida y sobre todo donde la economía se entiende en relación con el medio ambiente, porque Asís es también el Cántico de las Criaturas.
¿Por qué a los jóvenes?
Hoy tenemos el movimiento de Greta, que ha sido capaz de agrupar, en torno a las grandes cuestiones medioambientales, a adolescentes de todo el mundo, y tenemos también la política de los grandes, que tienen en sus manos las riendas de la economía mundial. Pero falta el anillo intermedio, es decir los jóvenes que tienen entre 25 y 35 años, que se están asomando al mundo de la economía con la perspectiva de convertirse pronto en protagonistas y que están quedando completamente fuera de los grandes debates. Sin embargo, son el puente entre Greta y los líderes políticos, y el Papa se dirige a ellos con una propuesta interesante: A vosotros que estáis estudiando, que ya estáis trabajando en este sector, os digo: ¿queremos cambiar o no esta economía? La idea de Francisco es que los jóvenes no son el futuro sino el presente.
Pero, como experto, ¿usted verdaderamente cree que hay margen para cambiar el sistema económico actual?
Con toda seguridad, hay mucho margen. Los jóvenes ya están dentro de este cambio. Si hubiéramos pensado en un encuentro en Asís con los grandes líderes de la economía, habríamos podido obtener una foto bonita, pero el mundo no cambiaría. Esta gente es inconvertible.
La novedad consiste en que el Papa se junta en Asís con los jóvenes economistas. Esto tiene un valor simbólico enorme, porque significa: “Vosotros podéis cambiar el mundo”.
¿Cuál sería la alternativa? Si la economía no cambia, ¿hacia qué futuro nos dirigimos?
El futuro ya lo estamos viendo. Es un futuro de desigualdades crecientes, que produce variadas formas de insatisfacción, que van desde los chalecos amarillos hasta el terrorismo pasando por un planeta insostenible. Este es el cuadro y ya está presente. El mensaje que está difundiendo Greta, a quien invitaremos al evento, en el fondo es muy sencillo::
No estamos hablando del futuro, estos problemas ya han comenzado, no hay que esperar a que ocurran.
Los jóvenes son ya el cambio en acto. Deben empezar hoy sin esperar a mañana. Si nos unimos y creamos un movimiento capaz de agrupar personas, de entrar en las universidades y en las empresas, estos jóvenes se convertirán en una potencia.
Si la economía apunta a los jóvenes, significa que ha visto en ellos un potencial. ¿Cuál es su fortaleza?
Estos chicos muestran que tienen un pensamiento. Hay un pensamiento de los jóvenes, sobre todo con respecto a las cuestiones medioambientales, mucho más avanzado que el de los adultos. En el siglo XX no ha faltado amor por los jóvenes, pero sí escucha y respeto por su pensamiento. Ellos tienen un punto de vista sobre las cosas distinto del nuestro, sobre todo en temas como economía y medio ambiente, pobreza y dignidad humana, respeto por la naturaleza y desarrollo sostenible. Hay que tomar muy en serio este pensamiento. Una nueva era ha comenzado gracias a que el pensamiento de los adolescentes ha entrado en la esfera pública. Esto es algo nuevo que hasta ahora no existía.
Al igual que el siglo XX ha sido el siglo de las mujeres, el XXI deberá ser el siglo de los adolescentes, que entran en el mundo con su punto de vista y se hacen oír.