En Totovo Selo, un pequeño pueblo rural de Voivodina, cerca de la frontera húngara, se celebró el fin de semana EdC, que reunió a unos sesenta empresarios de Europa Central y Oriental.
Del 26 al 28 de abril 2024 se reunieron en Serbia cerca de 60 empresarios, estudiantes y personas que viven la cultura del dar en su propio ámbito económico. Además de Serbia, los participantes llegaron desde Rumania, Hungría, Croacia, Eslovaquia, Rusia, España e Italia, estos dos últimos representados por dos miembros de la Comisión Internacional de la EdC. El encuentro se desarrolló en Totovo Selo, un pequeño pueblo en la frontera con Hungría, inmerso en el ondulante cultivo de trigo, por un lado, y bombas de extracción petrolífera por el otro.
El entorno escogido, lejos del confort consumista de una ciudad más grande o de la misma capital, Belgrado, refleja uno de los objetivos elegidos por la Comisión de la EdC local: estar en el ambiente en el que viven muchos de los empresarios en Serbia, en contacto con la realidad que afrontan cada día en sus decisiones económicas. Pero sobre todo estar allí donde viven también los que de manera diferente, pero también auténtica, forman parte de la EdC: las personas en situación de vulnerabilidad, aquellos que con la ayuda/apoyo de las empresas de la EdC completan la vocación: dar-recibir para que no haya indigentes. Y la visita a 4 concretizaciones de la EdC en ese territorio (un taller de cerámica, una compañía agrícola, el estudio de una abogada, la casa renovada de una familia indigente) ha dejado en todos y cada uno la dimensión y la profundidad del compromiso de EdC en Serbia.
El programa tuvo también otros objetivos y temáticas: partiendo de la Doctrina Social de la Iglesia, el doctor Karolj Orčik destacó el binomio “cristiano-empresario”: reconocimiento de los desafíos y de las oportunidades y trabajo en equipo. Luego invitó a los empresarios a “dejar atrás” sus propias inversiones y a abrir nuevas inversiones y actividades según 5 principios fundamentales: dignidad humana, solidaridad, subsidiariedad, bien común, justicia.
Domagoj Sajter, profesor de la Facultad de Economía de Osijek, presentó la relación entre las Ciencias Sociales de la Iglesia y la Economía de Comunión. Destacó el valor del "bien relacional" como conexión y expresión del concepto más amplio de la EdC:
“En una época en la que estamos forzados a pensar en lo que yo puedo ofrecer al mundo, y qué no puede ofrecer la inteligencia artificial, una respuesta podría ser: una red de relaciones reales. Volverse insustituible significa construir relaciones positivas y de calidad con colegas, clientes y todas las partes interesadas, con el fín de que el propio vínculo se vuelva fundamental para el éxito del equipo y la organización”.
En la mesa redonda que siguió se presentó un resumen de testimonios creíbles de cómo las relaciones queridas, construidas, sufridas y alimentadas por el amor a Dios en la persona, acaban siendo una verdadera clave de inflexión económica que influye en el beneficio económico, en la seriedad de una empresa y en la confianza de los socios, proveedores y compradores.
No faltó el espacio para jóvenes como Dejan Uršićić, quien compartió sus repetidos intentos de empezar una pequeña actividad empresarial sin desanimarse con los fracasos, como él mismo contó: “fue durante ese período en que volví a Dios y, mirando la vida a mi alrededor, empecé a verlo. Y me vino a la mente una cita del libro del Génesis: ‘Y Dios separó la luz de las tinieblas, y Dios vio que la luz era buena’. Y ahí me pregunté cómo puedo yo ahora separar la luz de las tinieblas...”.
Y Pavlina Sepinski, joven emprendedora con un talento artístico que se expresa en el “arte aplicado a la cosmética” como ella dice, nos ha contado acerca de su salón de estética abierto hace poco tiempo: “Considero mi actividad, el trabajo, el salón y todo lo que con eso puedo crear, como una enorme bendición que Dios me ha dado. Ahora miro hacia delante y sigo aprendiendo nuevos métodos porque quiero ampliar mis servicios y tener todos los conocimientos posibles, de manera que un día pueda contratar a alguien y ofrecer a mis clientes los mejores tratamientos posibles”.
Ciertamente, fueron muchos los aportes que se hicieron en dos días, que permitieron también una instrospección personal sobre cómo cada uno entiende las palabras economía y comunión, cuál es el valor agregado que aporta al lugar de trabajo, en qué bienes relacionales invierte… y seguramente sobre muchas otras cuestiones que, viendo las vivas interacciones que hubo en los momentos de pausa, parece que encontraron respuestas y estímulos, justamente en la relación que se vivió entre todos en Totovo Selo.
Ve todos los aspectos más destacados en la Photogallery