El 11 de mayo se ha realizado en el supermercado Coop de Castel Gandolfo (Italia) el primero de una larga serie de eventos "Into the LABel". Crónica de nuestra enviada.
Francesca Giglio
¿Será por la amplia participación de jóvenes? Siempre es bonito y alentador ver a tantos jóvenes curiosos, informados y proactivos en primera línea cuando se trata de proyectos y acciones de responsabilidad. ¿Será por su carácter internacional? Aunque se habían realizado un par de actos nacionales en el contexto de eventos importantes, este era el primero destinado a ser replicado en otras ciudades del mundo, adaptándolo a diferentes contextos; muestra de su interés es el amplio seguimiento de la transmisión en streaming además de la participación presencial. ¿O será porque en plena organización del taller ha resonado con fuerza la importante invitación del Papa Francisco a los jóvenes economistas, empresarios y change-makers, para trabajar seriamente en un pacto global hacia una economía más justa, sostenible e inclusiva?
Es difícil saberlo. Lo cierto es que en el evento Into the LABel, realizado el sábado pasado en el supermercado Coop de Castelgandolfo, había un entusiasmo muy contagioso, propio de una fiesta de la gente, la democracia económica, la libertad concreta, la acción, el compromiso y la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
Retomando una de las reflexiones del profesor Luigino Bruni, estamos acostumbrados a pensar y a luchar por los grandes principios morales de la paz y la fraternidad, en política o en otros ámbitos. Ciertamente estos valores son fundamentales, pero con esta acción queremos recordar que nuestro compromiso debe abarcar también nuestras acciones cotidianas, que pueden parecer menores, pero en realidad tienen igual importancia e impacto. El mundo se empieza a cambiar también desde las estanterías de un supermercado, descubriendo todo lo que hay detrás de la etiqueta, como la ética que sigue una determinada empresa, para después elegir y comprar de forma informada y responsable.
La iniciativa ha sido promovida por un grupo de jóvenes italianos de la EdC, por los Jóvenes por un Mundo Unido y por United World Project dentro del contexto de Pathway for a United World, que lanzará eventos internacionales durante seis años, comenzando este año con acciones relacionadas con la economía y con un primer foco en el consumo crítico. Entre bolsas de la compra, folletos informativos y fichas electorales repartidos a los consumidores del supermercado, algunos jóvenes han escenificado pequeños debates, encarnando las distintas marcas y un “consumidor informado”, con el fin de informar al público de las distintas prácticas empresariales, elegidas en base al posicionamiento en el mercado y a otros criterios.
Los participantes debían votar, poniendo en el carro de la compra, al menos uno de los 15 productos del panel distribuídos en 5 categorías (atún, café, naranjada, chocolate y pasta), analizados en función de 5 criterios relativos al aspecto social del trabajo (relaciones con proveedores, empleados y otros stakeholders), la trazabilidad, la sede legal, el nivel de precio y por supuesto el grado de sostenibilidad medioambiental. Como bien dice Luca Fiorani, presente en el evento y coordinador de EcoOne, realidad que desde 1998 promueve iniciativas medioambientales): "sin un cambio total de la economía no será posible salvaguardar la ecología y viceversa, sin una conversión económica de la ecología no será posible cambiar este planeta". La etimología nos recuerda que en el fondo la raíz es la misma. Salvaguardia de la “casa común” y de quienes la habitan quiere decir estar en guardia contra la cultura del descarte, ya sea humano o de las cosas: en ambos casos es realmente dañina para el mundo. Una vez más, el Papa Francisco, en su maravillosa Laudato Sii, tiene mucho que decir en este sentido...
Ejerciendo un acto de democracia económica, a través de esta especie de jornada electoral, no se pretende trivializar lo que ocurre en la escena política, sino todo lo contrario: enfatizar la relación profunda entre democracia y mercado, sensibilizar acerca de dinámicas poco conocidas que existen detrás de los productos que compramos, hablar de derechos, libertad y deberes con respecto al trabajo, al ámbito público y al medio ambiente.
La reflexión realizada no pretende conducir a una clasificación de los productos en buenos y malos, sino a poner de relieve que en la ética empresarial y personal hay muchos matices. Por tanto, no se trata de un ejercicio con ganadores y perdedores, sino de tomar conciencia de la importancia del momento de la compra. En efecto, dentro de cada categoría no ha habido una mayoría clara de votos: algunos han comprado en base a sus gustos o a la rutina, mientras que otros, mayormente estimulados por los 5 indicadores, han ido más allá de la costumbre y han querido “premiar” a las empresas más cercanas a sus valores.
La iniciativa quiere poner en marcha un mecanismo para luchar contra un consumo bulímico e inconsciente. Es un gesto pequeño pero profético, basado en un auténtico acto de amor y tutela por la creación. Es un camino para cambiar radicalmente el modelo que tiene grandes repercusiones porque sirve para “depurar” en primer lugar la propia mentalidad y la propia acción.
Para el resumen final, echamos mano de los feedbacks de las personas que han participado en la iniciativa: Rita, de Líbano, por ejemplo, la resume diciendo: "el evento es interesante porque es bueno ser conscientes del poder que tenemos; cada vez más personas se proclaman “defensoras de una economía sostenible” y eso es positivo, ya que muchos hemos entendido que no se trata de una utopía sino que con trabajo es posible lograrlo. Con acciones concretas como esta se da un paso adelante: ¡puedo vivir como digo que quiero vivir!"
Seguimos pidiendo responsabilidad a los “grandes de la tierra”, pero ha llegado el momento de comprender que la responsabilidad es también nuestra. Es tiempo de combinar las palabras con el estilo de vida.