Se inaugura hoy una sección a cargo del Observatorio sobre la Pobreza Leo Andringa que, con periodicidad mensual, nos contará el enfoque adoptado en la actualidad por la EdC para promover, realizar y evaluar las iniciativas de lucha contra la pobreza, a partir de la comunión.
a cura del Team OPLA*
«Para que no haya pobres entre nosotros», decía Chiara Lubich al lanzar la Economía de Comunión. Desde el principio, la EdC ha tratado de poner en marcha distintas iniciativas encaminadas a superar la vulnerabilidad. Para ello, a lo largo de los años, se han utilizado distintos enfoques, en base a distintas visiones, que se han encarnado en el mundo de varias formas, según las culturas locales.
El elemento común en los distintos enfoques que la EdC ha desarrollado, a partir de la experiencia vivida, es también su aspecto más característico: la comunión. «No nos interesa solo “dar cosas”, sino crear relaciones y favorecer la comunión», cuenta una persona de la EdC que trabaja en un barrio desfavorecido de su ciudad.
Pero, en el fondo, ¿por qué la comunión? ¿Cómo podemos definir qué es la comunión? En nuestra narración, existen numerosas conceptualizaciones. De Brasil nos llega la siguiente explicación: «¿Por qué la comunión? El potencial del ser humano emerge del encuentro. Así pues, para la EdC, la comunión significa una cultura del encuentro capaz de promover, en la vida y en la economía, la conexión entre oportunidades y vulnerabilidades».
Junto con otros movimientos y organizaciones que trabajan en el campo de la pobreza, la Economía de Comunión ha consolidado la conciencia de que el fenómeno de la pobreza, que se expresa en la vulnerabilidad económica, es multidimensional. La vulnerabilidad económica, que a menudo se manifiesta en situaciones de indigencia, indignidad y escasez absoluta, es el reflejo de otros tipos de vulnerabilidad que coexisten o la preceden: vulnerabilidad emocional, social, relacional, política, educativa.
Se trata de distintos tipos de recursos y riquezas a las que las personas no tienen acceso, antes incluso de experimentar la escasez económica.
Entonces, si la Economía de Comunión nace con el objetivo de erradicar la pobreza, su acción debe ser compleja y múltiple. La redistribución de los recursos es un punto central e importante, pero no es el primero ni el más central. Para superar la vulnerabilidad es necesaria la dignidad, sentirse parte de una comunidad más grande, reconocerse como sujetos de la propia existencia, caminando al lado de otras personas. Esta es la comunidad, esta es la comunión: una cultura del encuentro donde se comparten la vida, las vulnerabilidades y las oportunidades. Es regenerar la vulnerabilidad a través de las relaciones.
Sobre esta base, en los últimos años la comunidad internacional de la EdC ha expresado en distintos países la necesidad de mejorar y potenciar el proceso de gestión de los recursos a escala global, estableciendo un conjunto de criterios públicos accesibles a todos, que nos permitan profundizar y potenciar nuestras capacidades para afrontar la vulnerabilidad en los distintos territorios, compartiendo formas de apoyo recíproco.
Este año hemos iniciado este proceso: en base al estudio y la consolidación de nuestras narraciones, de las experiencias, de las investigaciones ya efectuadas, de los modelos puestos en práctica por las organizaciones de cooperación internacional y de los estándares técnicos aplicables a este sector, hemos comenzado la construcción de un nuevo proceso global de gestión de los recursos de la EdC.
Se han identificado, a partir de lo que ya se está realizando a lo largo y ancho del mundo, tres tipos de iniciativas de lucha contra la pobreza: proyectos de apoyo individual a personas físicas; iniciativas comunitarias realizadas y financiadas autónomamente a nivel local por parte de las comunidades de la EdC, incluidas las empresas, o colaboraciones con otras organizaciones que trabajan en la zona; y proyectos estructurados de desarrollo humano integral realizados a nivel local por organizaciones locales de la EdC con el acompañamiento, la asistencia técnica y la cofinanciación de Acción por un Mundo Unido (AMU) o de la EdC internacional.
Cuando se trata de proyectos de ayuda individual, pueden existir tres subcategorías, que representan otras tantas dimensiones de las que una persona puede verse privada: asistencia sociosanitaria (alimentación, salud y vivienda); educación (en la forma de ayudas al estudio), y actividades generadoras de ingresos.
Con el fin de tener en cuenta la variedad de tipos de acción que se pueden desarrollar según la realidad local, se adoptarán cuatro criterios que tratarán de recoger la información necesaria como punto de partida del análisis de cada caso específico. Estos criterios son: la posibilidad de instaurar una relación comunitaria y continuada; la reciprocidad concreta; el análisis socioeconómico (de contexto); y el análisis de las posibilidades de auto-sostenimiento.
Es el comienzo de un proceso de construcción colaborativo al que todos están invitados a participar. Estos criterios serán objeto de profundización e ilustración en esta serie de artículos que darán cuenta del enfoque actualmente adoptado por la EdC para promover, realizar y evaluar iniciativas de lucha contra la pobreza en base a la comunión.
*El equipo de OPLA está formado por: Francesco Tortorella, Germán Jorge, Maria Helena Fonseca Faller y Tainã Santana.