“Si trabajamos en el cuidado de la tierra, se pueden ver los impactos positivos de nuestros esfuerzos”.
Flavia Cecchini
publicado en Città Nuova el 02/10/2024 - De la revista Città Nuova n. 8/2024
John Mundell es director global de la Plataforma de Iniciativas Laudato Si’, que pone en contacto y apoya comunidades e individuos comprometidos con el cuidado del planeta. Es fundador y presidente de la empresa de asesoramiento ambiental Mundell & Associates, que forma parte de Economía de Comunión desde 1995. En los últimos 40 años, trabajó con miles de proyectos de todo el mundo, ayudando a comunidades, Estados y empresas a limpiar la tierra de la contaminación y a hacerla de nuevo fértil y productiva
¿De dónde viene el interés por la ecología?
De joven, a finales de los años 60’, conocí a un hombre, Sonny Reed. Caminaba por las calles de la ciudad recogiendo botellas de soda que entregaba a cambio de 5 centavos cada una; era su manera de hacer plata para alimentarse. Muchas personas se burlaban; imagínate a un hombre alto con una bolsa enorme en la espalda, llena de botellas de vidrio caminando por la calle. Algunos días llegaba a caminar más de 30 kilómetros.
Un hombre simple, de pocas palabras, pero trataba amablemente a la gente que encontraba. Unos años después, en la primera Jornada de la Tierra en 1970, me di cuenta de que limpiar la basura de la calle hacía bien al ambiente. Sonny lo había hecho para ganarse la vida, pero hacía también algo maravilloso por el planeta. Puede que no parezca emocionante lo que haces por el planeta, pero lo importante es el resultado de nuestras acciones. Este ejemplo me quedó grabado.
Entre los 60’ y los 70’ el agua de los ríos y arroyos de Estados Unidos estaba contaminada, la calidad del aire de las grandes ciudades era pésima por el smog causado por los desechos industriales. Al ver esto me nació el deseo de ayudar a limpiar el planeta. En la universidad estudié Ciencias de la Tierra e Ingenieria civil y ambiental. Ya graduado estuve entre los primeros consultores en afrontar este problema en Estados Unidos.
Desde 1995 jugó un rol importante también su compromiso con la iniciativa de la Economía de Comunión…
Con mi mujer conocimos a los Focolares hace 45 años, cuando estábamos por casarnos. En mayo de 1991, cuando llegó a Estados Unidos la noticia de la “bomba brasileña” hecha explotar por Chiara Lubich y por la Comunidad brasileña del Movimiento, con mi esposa Julie nos dijimos: “Esta idea de la Economía de Comunión es maravillosa, ¿quién sabe quién la llevará adelante?”. Rápidamente nos dimos cuenta de que eramos nosotros los que estábamos siendo llamados justamente a trabajar por una economía más justa, sostenible e igualitaria. Usar el “business” para transformar la economía puede de verdad hacer la diferencia.
En los primeros años, buscábamos “vivir” esto en la vida cotidiana de la empresa, con los pocos empleados que teníamos. Poco a poco la empresa iba creciendo, entendimos que para transmitir esta ‘‘cultura del dar’’ teníamos que hablar de ella y compartir la experiencia. Al principio programábamos jornadas en las que todos los empleados ayudaban a la comunidad local, trabajando en una cocina para los pobres, reconstruyendo casas en los barrios menos favorecidos, sumando a la empresa personas desocupadas o con dificultades personales. Después, en 2003 empezamos un programa de pasantías que trajo personas de todo el mundo en nuestra empresa para aprender a vivir la Economía de Comunión. Incorporamos el Cubo de la Compañía, basado en el Cubo del Amor de Chiara Lubich, para explicar los valores de la EdC a nuestros empleados. Al cierre de cada año, además, entregamos a los trabajadores un informe de cuánto dinero fuimos capaces de donar a la EdC y qué impacto tuvieron las donaciones.
En base a su experiencia, ¿qué tan importante es colaborar entre personas diferentes cuando se trata de afrontar cuestiones ambientales?
Es necesario tener un background distinto, con diversas competencias, formaciones, experiencias y perspectivas culturales. Solo así pueden surgir soluciones eficaces. Lo experimenté no solo con mi empresa, sino también con la Iglesia. Los mejores resultados llegan cuando todos pueden dar su propio aporte. Esto incluye particularmente a los jóvenes.
Con la publicación de Laudato si’, usted fue invitado al Vaticano para conversar sobre cómo implementar esos temas. Entre las ideas que llevó estaba la Plataforma de Iniciativas Laudato si. ¿En qué consiste?
Es una iniciativa y una comunidad en línea promovida por el Vaticano, que quiere sostener un camino de conversión ecológica a través de la ecología integral. Es una invitación abierta a familias, individuos, parroquias, diócesis, escuelas, servicios sanitarios, empresas, congregaciones religiosas y comunidades de todo tipo a emprender un viaje para sanar nuestras relaciones con Dios, con el prójimo y con la Tierra misma.
Ofrece algunas orientaciones y recursos, seminarios web y encuentros para entrar en contacto con otras personas que están actuando. Tiene varios objetivos: responder al grito de la tierra y los pobres, aumentar la espiritualidad ecológica y la economía ecológica, adoptar estilos de vida sostenibles y hacer crecer la resiliencia y la capacidad de acción de las comunidades. La idea fundamental es que, si vivimos en lo que creemos, somos más creibles y, si actuamos juntos, somos más eficaces. Dejarnos inspirar unos de otros a nivel global es un impulso para actuar a nivel local.
En Estados Unidos, aunque no sólamente allí, algunos niegan todavía la crisis climática…
El diálogo, tanto a nivel personal como político, es más eficaz cuando estás en condiciones de compartir algo tuyo, tu historia personal sobre por qué crees en lo que crees. Además es necesario ponerse de verdad en la escucha del otro. Algunas de estas conversaciones son difíciles, sobre todo debido a la desinformación del expresidente de Estados Unidos y por su influencia. Sin embargo, especialmente en los dos últimos años, el impacto del cambio climático en Estados Unidos se volvió algo más evidente y difundido. Existe la esperanza de que todo esto haya empezado a cambiar la mentalidad de las personas.
¿Qué piensa del plan industrial de Biden?
En 2022 Biden aprobó la Inflation Reduction Act, la ley sobre el clima más grande de toda la historia. Apoya el desarrollo de energía limpia, la implementación del auto eléctrico, las actualizaciones de la eficiencia energética, la captura del carbono, el mejoramiento de las redes eléctricas, la agricultura sustentable. Si fuese electo de nuevo, Biden podría lograr el objetivo nacional de llegar al nivel cero de emisión en 2050.
Creo que es posible un vuelco total de las condiciones actuales. Esto incluye también un trabajo que debe cumplirse en la Iglesia católica. Una parte importante del progreso debe estar en el paso de una cultura del tener a una cultura del compartir. Es lo más difícil de hacer: pasar de un punto de vista capitalista a uno interesado por el bien común, por la salud de la Tierra.
La ecoansiedad, el miedo a la inevitabilidad de la catástrofe ambiental, es un fenómeno cada vez más extendido. ¿Se siente a veces impotente de cara a la situación global de hoy?
Sí, debo admitir que a veces soy víctima de un sentimiento de frustración, cuando veo nuestra incapacidad de impactar en el mundo, en un lapso de tiempo razonable. Esto amplifica la “vocecita” de mi cabeza que susurra: “¿Para qué te preocupas? Lo que haces no tiene efecto sobre las grandes problemas del planeta”. Pero entendí que el único mundo sobre el que puedo tener impacto es mi mundo, el que veo todos los días. Esto me ayuda a mantenerme con los pies en la tierra, y entonces busco personas que tengan los mismos sueños.
También me tomo tiempo para buscar pequeñas experiencias vividas por otros que me den esperanza. Un grupo de niños de un colegio que planta árboles, una parroquia que empieza una huerta comunitaria, una universidad que cambia su programa para incluir una formación ecológica, una diócesis que empieza un programa de control energético, etc. Esto es lo importante: trabajar en comunión y compartir nuestras historias, para inspirarnos entre sí y darnos esperanza en el futuro. Podemos dejarnos inspirar por la naturaleza misma. Hay una poesía hermosa de Wendell Berry que dice que para curarse del miedo y de la tristeza podemos “reposar en la gracia del mundo natural”.
¿Qué activistas o ambientalistas lo inspiran?
Muchos héroes me inspiraron, además de las personas con quien trabajé a nivel diocesano y en la Plataforma de Acción. Empezaría por Rachel Carson; sus intuiciones sobre el impacto del insecticida DDT abrieron el camino al movimiento ambientalista. Pero también Jacques Cousteau, oceanógrafo francés y Jane Goodall, antropóloga inglesa. El papa Juan Pablo II, el papa Benedicto XVI y el papa Francisco, que escribieron sobre el cuidado de la creación como parte de nuestra fe católica. También está Wangari Maathai, fundadora del Green Belt Movement de Kenia. Y entre los jóvenes activistas mencionaría a Xiye Bastida, del pueblo tolteca Otomí, cultura indígena de México, y Leah Namugerwa, de Uganda. Y todos aquellos que participaron en nuestra Task Force EcoPlan para desarrollar el EcoPlanGlobal de los Focolares. Es decir, una red de personas que se inspiran y se apoyan entre sí para seguir cuidando la creación.
En el sitio web de la EdC hemos publicado numerosos testimonios de la vida de la EdC (en la empresa y fuera de ella) de John Mundell. A continuación enumeramos algunos de ellos:
13 de julio de 2023 - #Edc: ¿quién es mi empleado? Una experiencia de Economía de Comunión
7 de abril de 2023 - Sufrimiento y pérdida en la vida de la empresa: del Viernes Santo a la mañana de Pascua
4 de mayo 2022 - Gracias John Welch: nadie «se te ha acercado en vano»
19 de noviembre de 2021 - ¿Quién limpió la cocina?
15 de octubre de 2021 - Inspirada por otros, una historia de vida de la EdC
2 de octubre de 2020 - De adversarios a amigos y más allá
25 de octubre de 2019 - Los zapatos número 42