Los hijos de los empresarios de la primera generación guían las empresas familiares o trabajan en ellas. Han heredado un estilo de vida a través del cual, a veces, descubren su propia vocación.
Florencia Locascio
de "Economía de Comunión - una cultura nueva" nº 43 - Julio 2016
Pinky Flores Mestica trabaja desde el año 2004 en la empresa familiar Asia/Pacific Circulation Exponents, Inc., creada en 1986. La empresa, una de las primeras en formar parte de la EdC, importa y distribuye publicaciones nacionales e internacionales. Al finalizar los estudios, Pinky entra en la empresa como responsable de Recursos Humanos, con el deseo de hacerla cada vez más eficiente y rentable. «Pensé que hacían falta procedimientos más formales y detallados – cuenta –. Pero los trabajadores no los recibieron bien, sobre todo los más mayores. Tenían la impresión de que yo era menos comprensiva y compasiva que mi padre Floro».
Cuando la empresa se ve afectada por la crisis de 2008, Pinky comprende que para ser un líder válido como su padre le falta un “ingrediente” importante. Gracias al comportamiento de Floro, entiende qué significa poner en el centro de la empresa el bien de los trabajadores: «Mis padres fueron los primeros en renunciar a sus beneficios como propietarios de la empresa y arriesgaron su patrimonio personal para que nadie perdiera el puesto de trabajo. En aquellos tiempos difíciles – cuenta Pinky –, los directivos nos comportamos de forma transparente, informando a los trabajadores de la situación real, para ayudarles a tomar las decisiones mejores para ellos y para sus familias. Antes de realizar cambios, dialogamos y escuchamos a los trabajadores. Pero no todos compartieron las necesarias medidas de reducción de costes y un grupo decidió promover una acción sindical en la empresa».
Para Pinky éste es un momento decisivo: «Me sentí traicionada, pero la humildad con la que reaccionaron mis padres ante la situación me hizo entender dónde había fallado como líder. Así, en lugar de tratar a los empleados con la actitud de distancia que asumo cuando estoy contrariada, decidí “hacerme uno” con el grupo que quería formar el sindicato en la empresa y asistí personalmente a las reuniones, en lugar de enviar a un representante o al abogado. Así tuve muchas oportunidades de diálogo con los trabajadores y pude interesarme por sus familias. El día de las votaciones sobre la constitución formal del sindicato, la mayoría de los trabajadores no lo consideró necesario. A partir de 2013 la situación de la empresa ha mejorado y estamos en camino hacia la plena recuperación. Ahora soy Directora de Desarrollo Organizativo y las experiencias que viví con mi familia al comienzo de la crisis me han permitido entender qué significa llevar a la práctica en nuestra empresa la cultura del dar que la EdC quiere difundir».
Ciertamente, los procedimientos para alinearse a los estándares internacionales son importantes y pueden aplicarse en la empresa, pero Pinky ha descubierto el camino para hacerlo: participación y diálogo.