El primer motivo para el nacimiento y la existencia de la Economía de Comunión es la pobreza. La EdC nace como un intento de respuesta a los estridentes contrastes económicos y a las desigualdades que caracterizan la sociedad contemporánea, con el objetivo de hacerla más justa y fraterna.
La EdC no trata de eliminar la pobreza tout court, sino más bien de erradicar la “miseria”, palabra que describe la forma de pobreza que todavía “sufren” millones de personas en el mundo, dando valor a otra forma de pobreza: la que “eligen” los empresarios, consumidores, ciudadanos… que deciden renunciar a algo propio y usar los bienes con sobriedad, elegirlos de forma responsable, con la idea de que “los bienes […] se convierten […] en caminos de felicidad solo si se comparten con otros” (Bruni 2004).
Desde este punto de vista, la miseria derivada de la falta de bienes materiales y su posible solución están estrechamente conectadas con la promoción de una serie de condiciones (educación, salud, trabajo, vivienda…) que permiten el “florecimiento” de los seres humanos.
Entre estas condiciones, destaca de forma especial la calidad de las relaciones que se viven. En la visión de la EdC las relaciones se entienden como un capital fundamental para el desarrollo humano.
Esta idea implica una forma original de entender las estrategias de lucha contra la miseria, que se aplican en los proyectos que la EdC sostiene y promueve: las estrategias se diseñan con el fin de evitar que se instauren formas asimétricas de ayuda – como ha ocurrido muchas veces a lo largo de la historia – en las que quien tiene da a quien no tiene situando al receptor en una posición de inferioridad y alimentando relaciones de dependencia.
Antes bien, las estrategias de lucha contra la miseria llevadas a cabo por la EdC dan valor a las relaciones de reciprocidad, donde cada persona puede ofrecer la riqueza que lleva consigo, situando a todos en un mismo plano de igual dignidad, como hermanos y miembros de una misma familia.
“oficiales” del programa (italiano, inglés, francés, español, portugués y coreano), mientras que las traducciones en alemán y eslovaco son organizadas localmente. En la sala de dirección hay una gran concentración. Con unos minutos de retraso arranca la sintonía y… la fiesta comienza con un relato que será el sugerente hilo conductor de toda la velada: el “cuento florecido en el sendero Foco”, interpretado por Valentino Borgo. El relato del aterrizaje en Sao Paulo, en el mes de mayo de hace 30 años, interpretado por Emanuela Pantano, nos devuelve a aquellos días. Con emoción revivimos el momento del lanzamiento de la EdC a través de las vívidas palabras de Chiara Lubich el 29 de mayo de 1991. La escenografía realizada por Jean Paul Carradori con la técnica del video mapping, bajo la dirección de Maria Mata Calò, comienza y da valor a cada momento.
llegan de todo el mundo. Es el momento de la intervención de Luca Crivelli, que describe las cuatro intuiciones que han marcado los últimos diez años de la historia de la EdC: un tiempo en el que se ha trabajado mucho para desarrollar la idea original de Chiara, actualizando, entre otras cosas, las estructuras y el mismo radio de acción de la Economía de Comunión. El Proyecto Jóvenes realizó Summer Schools desde 2011 hasta 2017 en muchos lugares del mundo: algunas más orientadas al mundo de la empresa, otras al trabajo académico y al pensamiento económico, pero todas ellas vividas por jóvenes, estudiosos y empresarios juntos. Un proyecto coronado en 2018 por el evento 
EdC. Sigue a continuación la intervención de Alberto Ferrucci, empresario “pionero” de la EdC. La pregunta que se le formula es: ¿Qué han aprendido los empresarios de la EdC? Alberto describe la respuesta inmediata y generosa de los empresarios a la propuesta de Chiara durante los primeros años y las experiencias que siguieron. Por la praxis de la Economía de Comunión, los empresarios comprenden que las promesas evangélicas del “dad y se os dará” son verdaderas y funcionan también en el trabajo: “el valor de experimentar la Providencia para el empresario va mucho más allá de su mero valor económico; es la confirmación de que la cultura del dar no es ingenuidad; en todo caso sería “ingenuity”, ingenio. Y la EdC ¿qué ha aprendido de los empresarios? “El empresario aporta a la Economía de Comunión la seriedad profesional, la fidelidad a la hora de compartir los beneficios, la resiliencia y el optimismo para afrontar la pandemia, la innovación tecnológica, el cambio climático. Sobre todo, aporta la conciencia de que su empresa es también un bien público porque ofrece bienes y servicios útiles y sobre todo puestos de trabajo donde se realizan las personas que le rodean”.
La historia de la empresa de Belami Paluku en la República Democrática del Congo, gracias, entre otras cosas, al apoyo y a la amistad con Koen, Fred y Lieve, que comenzó en Nairobi en 2015, nos introduce en la red internacional 
