El Papa propone este modelo económico
Miguel Pérez Pichel
Publicado en Aciprensa el 04/02/2017
La empresa, el desarrollo económico, no están reñidos con el desarrollo de la sociedad, con la construcción de un mundo más justo en el que todos participen de los beneficios y el desarrollo del progreso económico. El Papa Francisco apostó, de este modo, por el modelo de Economía de Comunión frente a otros modelos económicos que descartan a los más débiles.
Así lo dijo el Santo Padre en la audiencia que concedió, en el Aula Pablo VI del Vaticano, a los participantes en el encuentro “Economía de Comunión”, promovido por el Movimiento de los Focolares y que se está desarrollando en Castelgandolfo, Roma, del 1 al 5 de febrero.
El Pontífice reconoció que se trata de un proyecto del cual está desde hace tiempo “sinceramente interesado”.
La Economía de Comunión, impulsada por la fallecida fundadora del Movimiento de los Focolares, Chiara Lubich, desde 1991, es un movimiento internacional que reúne a empresarios, empresas, asociaciones, instituciones económicas, trabajadores, dirigentes, pobres, consumidores, ahorradores, investigadores, actores económicos, ciudadanos y familias.
La columna vertebral de la Economía de Comunión está representada por empresas y organizaciones productivas comprometidas con la erradicación de la pobreza y la injusticia social, con el objetivo de contribuir a la construcción de una economía y de una sociedad de comunión.
El Santo Padre destacó en su discurso que Economía y Comunión son “dos palabras que la cultura actual mantiene totalmente separadas y que, incluso, considera opuestas. Dos palabras que, sin embargo, ustedes han unido, recogiendo de ese modo la invitación que hace veinticinco años realizó Chiara Lubich, en Brasil, cuando, ante el escándalo de la desigualdad en la ciudad de Sao Paulo, pidió a los empresarios convertirse en agentes de comunión”.
Francisco subrayó que Chiara Lubich “inició una profunda transformación del modo de vivir la empresa. La empresa no sólo no tiene por qué destruir la comunión entre las personas, sino que incluso puede edificarla y promoverla”.
En su reflexión sobre la Economía de Comunión, el Papa se centró en tres aspectos: el dinero, la pobreza y el futuro.
No idolatrar el dinero
El Papa Francisco advirtió de la tentación de idolatrar el dinero, de convertirlo en una deidad en la que el afán por conseguir más beneficios económicos se convierte en un sustitutivo de la vida eterna. Para evitarlo, señaló, “es muy importante que en el centro de la economía de comunión se encuentre la comunión de sus bienes”.
Francisco recordó que “muchas veces he hablado del dinero como un ídolo”, y señaló que “no se puede entender el Reino que ha traído Jesús si no se libera de los ídolos, uno de los más potentes es el dinero”.
El Papa precisó que “el dinero es importante, sobre todo cuando no hay y dependemos de él para tener comida, poder enviar a los hijos a la escuela y garantizar su futuro”.
“Sin embargo, el dinero se convierte en ídolo cuando lo convertimos en un fin. La avaricia, que no por casualidad es uno de los pecados capitales, es un pecado de idolatría”, advirtió.
“Cuando el capitalismo hace de la búsqueda de beneficios su único fin, se convierte en una estructura idolátrica, en una forma de culto. La ‘diosa fortuna’ es, cada vez más, la nueva deidad de un determinado sistema de finanzas, y de todo ese sistema de juegos de azar que está destruyendo a millones de familias en todo el mundo y que ustedes, de forma justa, contrarrestan”.
Por el contrario, “la mejor forma y más específica de evitar hacer del dinero un ídolo es compartirlo con los demás, sobre todo con los pobres, o utilizarlo para ayudar a los jóvenes a estudiar y encontrar trabajo, venciendo la tentación idolátrica con la comunión”.
La pobreza
El Obispo de Roma criticó “ese capitalismo que produce descartados. El principal problema ético de este capitalismo es que produce descartados que luego trata de ocultar, tratar de hacer que no se vean”.
El Pontífice lamentó además la hipocresía de la sociedad actual: “los aviones que contaminan la atmósfera luego dedican una pequeña parte de lo recaudado en la venta de billetes en plantar árboles para compensar el daño causado. Las empresas del azar financian campañas para el tratamiento de jugadores con las patologías que ellos han ayudado a generar”.
“El día que las compañías de armas financien hospitales para tratar a niños mutilados por sus bombas, el sistema habrá alcanzado su culmen”, criticó.
“Si la Economía de Comunión quiere ser fiel a su carisma, no solo debe cuidar a las víctimas, sino que debe contribuir a construir un sistema en el que las víctimas sean cada vez menos. Mientras la economía siga produciendo víctimas y mientras haya una sola persona descartada, la comunión no se habrá implementado y la fiesta de la fraternidad universal no será plena”.
Por ello, el Papa exhortó a imitar al buen samaritano del Evangelio, aunque ello “no es suficiente”, hay que ir más allá y “cambiar las reglas del juego del sistema económico-social”.
“Un empresario que es solo buen samaritano, cumple con la mitad de su deber: sana a la víctima de hoy, pero no reduce el número de víctimas de mañana. Para la comunión, es necesario imitar al Padre misericordioso de la parábola del hijo pródigo y recibir en casa al hijo, al trabajador y al colaborador que se han equivocado, y abrazarlos y hacer una fiesta por ellos”.
El futuro de la Economía de Comunión
“La comunión y la empresa pueden convivir y crecer juntos”, aseguró el Santo Padre. “La Economía de Comunión tendrá futuro si la entregamos a todos y no se queda solo dentro de su casa”, indicó a los responsables del Movimiento de los Focolares.
“Llévenla a todos, y en primer lugar a los pobres y a los jóvenes que están necesitados. Necesitados, en primer lugar, de su espíritu, de su fraternidad respetuosa y humilde, de sus ganas de vivir, y no solo de su dinero”.
Francisco advirtió que la filantropía “es simplemente donar una parte de los beneficios, sin abrazar, sin tocar a las personas que reciben esos beneficios”.
“Por el contrario, también solo cinco panes y dos peces –en referencia al milagro de la multiplicación realizado por Jesús– pueden alimentar a toda una multitud si se comparten junto con toda nuestra vida”, aseguró.