Luigino Bruni, director científico de “The Economy of Francesco”, presenta el evento del 2 de octubre con encuentros virtuales entre jóvenes, emprendedores y estudiosos. Y propone un nuevo modelo de empresa «vegetal».
Lucia Capuzzi
publicado en Avvenire il 24/09/2021
Hace quinientos millones de años, tomaron una decisión irrevocable: detenerse. Echaron raíces, no en sentido metafórico. Ancladas al suelo, no podían huir de los asaltos de los depredadores o del azote de las catástrofes ambientales. Pero las platas hicieron de esta aparente fragilidad su fuerza.
Inmóviles y mansas, encajaron los golpes de otros seres vivos. En lugar de sucumbir aprendieron a resistir. Y a sobrevivir aun cuando el 80% de su cuerpo fuera devorado por la furia de los humanos o de la naturaleza. Por eso, los seres vegetales tienen mucho que enseñar a los animales, hombres y mujeres incluidos. Y a todo lo que hemos modelado en base a ellos. Empezando por la economía. De todo esto está convencido Luigino Bruni, economista de la Universidad Lumsa y escritor, uno de los padres de la economía de comunión y director científico de “The Economy of Francesco”. El gran movimiento de jóvenes comprometidos en la construcción de otra economía posible – convocado por el Papa Francisco – facilitará el encuentro virtual el 2 de octubre, por segunda vez, de emprendedores y especialistas de los cinco continentes. Conjugando local y global, raíces y apertura, más de cuarenta ciudades repartidas por todo el globo albergarán alguna iniciativa en su territorio. A la espera del gran encuentro presencial con el pontífice en 2022, todos conectarán en directo por streaming con el Monte Frumentario de Asís para escuchar las intervenciones de figuras de fama internacional, como Vandana Shiva, Jennifer Nedelsky, Partha Dasgupta, Sabina Alkine o Jeffrey Sachs. La iniciativa concluirá, antes del esperado mensaje del Papa, con un diálogo con Stefano Mancuso, director del Laboratorio de neurobiología vegetal de Florencia, uno de los pioneros de la llamada «economía vegetal».
¿Qué se entiende con este término y cómo puede contribuir a la construcción de un nuevo paradigma económico?
La economía capitalista, inspirada en el modelo nórdico y de los Estados Unidos de los siglos XIX y XX, se ha articulado en base al modelo animal: una fuerte división funcional del trabajo y un orden jerárquico. Esta organización ha permitido a las empresas moverse rápidamente en busca de nuevas oportunidades y recursos. Y les ha dado una gran capacidad de adaptación frente a los estímulos externos. Así se han convertido en el organismo de mayor éxito, en las grandes vencedoras del reto evolutivo de nuestro tiempo hiper rápido, sobre todo en comparación con las comunidades civiles y políticas, mucho más lentas, democráticas, ancladas al territorio. En el nuevo milenio, la irrupción de Internet, como una especie de meteorito, ha cambiado el “clima” y de repente han empezado a surgir empresas que se parecen mucho a las plantas, como la misma metáfora de la red y la tela de araña nos recuerdan. Para moverse con eficacias en este nuevo habitat, la empresa debe superar ampliamente el modelo jerárquico-funcional.
¿De qué manera?
Activando todas las células del “cuerpo empresarial”, precisamente como las plantas que respiran, recuerdan, escuchan y hablan con la totalidad de su ser. Si el centro vital reside en un solo órgano, basta afectar este órgano para matar todo el organismo. Descentralizar, distribuir las funciones en las compañías sociales es la clave de la resistencia y la resiliencia vegetal. Nuestras cooperativas ya se habían dado cuenta: su fuerza consiste en haber desarrollado una distribución de las funciones por todo el cuerpo, renunciando a un rígido control jerárquico. Los protagonistas capaces de habitar con éxito el “tiempo de la tela de araña” serán, por tanto, organizaciones cada vez más extendidas y horizontales, no solo en la gestión sino también en cuanto a los derechos de propiedad y a la distribución de la riqueza. Mientras no empecemos a pensar en nuevas formas de propiedad difuminada, imitaremos a las plantas siendo depredadores.
También a este cambio contribuye el gran fermento desencadenado por “The Economy of Francesco”. El evento de este año puede ser descrito también con una metáfora vegetal: el momento de la cosecha. ¿Qué significa?
Tras la convocatoria del Papa Francisco, se ha puesto en marcha un proceso inédito, además durante los dos años más difíciles desde la posguerra, a causa de la pandemia. Y, como algo único hasta el momento, se ha creado un movimiento económico global realmente construido por jóvenes. Si el año pasado fue el momento de la siembra, ahora podemos recoger los frutos de muchas experiencias concretas que han nacido: empresas, líneas de investigación, tesis. El 2 de octubre será la “Expo de Francisco”: una exposición de cómo la nueva economía ya es una realidad a pesar del pesimismo dominante.
¿Qué aportación puede dar y está dando “The Economy of Francesco” a una nueva economía?
El horizonte del principio franciscano por antonomasia: la fraternidad. Compartir no solo el dinero sino también la energía, los talentos, los proyectos.
¿Qué espera de esta edición de “The Economy of Francesco” mientras llega el gran encuentro con el Papa en 2022?
Espero que sea una fiesta. Una fiesta de los jóvenes que son los verdaderos protagonistas del movimiento. El Papa repite a menudo que lo importante no es ocupar espacios sino desencadenar procesos. Nadie es más capaz que los jóvenes de hacerlo, porque su gran recurso es el tiempo: el presente y el futuro. Pero para crecer, los procesos no deben tener dueños. Por eso, “The Economy of Francesco” no tiene una “línea” rígida ni un modelo preestablecido: recoge e incluye la mayor cantidad posible de experiencias. Sus únicos líderes de referencia son los dos Franciscos: el poverello de Asís y el pontífice venido del fin del mundo.
