#EoFProview – Parece que ha llegado el momento de que Europa crezca y comience a ser responsable de su propio destino.
Ian Horughiy
A partir de la segunda guerra mundial, el orden internacional basado en reglas se ha sustentado sobre dos principios del derecho internacional: la integridad territorial y el derecho a la autodeterminación de las naciones. Y parece que aún no hemos encontrado un mecanismo que funcione para reconciliar pacíficamente estos principios fuera del sistema mundial bipolar. Por eso, tener una perspectiva general sobre cómo han evolucionado los conflictos en los últimos cien años nos puede ayudar a entender mejor la naturaleza de la guerra y de la paz, y a levantar el velo sobre lo que nos espera en un futuro próximo.
Los flujos de energía son una de las claves para entender los conflictos
No es difícil entender por qué se producen los conflictos. Cuando dos personas o dos países quieren una misma cosa, o bien la comparten o bien solo obtienen una parte y entonces luchan para quedarse con todo. A comienzos del siglo XX, esta cosa eran los combustibles fósiles.
¿Por qué es tan importante la energía? La energía es la base de todos los procesos del sistema económico moderno. Es fundamental para la extracción de los recursos, para el transporte y para la producción de bienes y servicios y su entrega al cliente.
El aumento del suministro global de combustibles fósiles ha contribuido a expandir drásticamente la producción y la variedad de bienes y servicios disponibles actualmente. La comprensión de este hecho tan sencillo nos permite una percepción más clara del contexto histórico.
El siglo XX es la historia de la confrontación entre imperios
Los gobiernos de los comienzos del siglo XX comprendieron que aquellos que controlaran la extracción y la distribución de los combustibles fósiles tendrían una mejor economía y una mayor ventaja competitiva durante la gran ola de la globalización. El problema era que demasiados imperios reivindicaban sus derechos a poseer y extraer recursos a escala global. Cuando comenzó la primera guerra mundial había cinco imperios en Europa, y los Estados Unidos, en el continente americano, representaban el sexto competidor.
Como resultado de la primera guerra mundial, el imperio otomano y el austrohúngaro se disolvieron. Sin embargo, Francia y el Reino Unido, vencedores de la primera guerra mundial, con una posición afianzada por el mandato de la Sociedad de Naciones, salieron fortalecidos a costa de los perdedores – sobre todo Alemania –. También el imperio ruso se disgregó, pero al final se convirtió en la Unión Soviética. El objetivo de la primera guerra mundial de encontrar un vencedor final entre los distintos imperios no se alcanzó. En este sentido, la primera y la segunda guerra mundial pueden verse como un único conflicto prolongado en el tiempo.
Durante la segunda guerra mundial Francia fue derrotada por Alemania. Alemania perdió la guerra contra la Unión Soviética y los Estados Unidos. El Reino Unido se endeudó demasiado y, como resultado de la Carta Atlántica, renunció a su imperio colonial en beneficio de los Estados Unidos. Esta Carta formó a continuación la base para las Naciones Unidas, que estableció un orden internacional basado en reglas tras la segunda guerra mundial.
De este modo, cuando todos los enfrentamientos terminaron en 1945, solo quedaron dos de los seis imperios, y en el mundo se estableció un sistema bipolar. En Occidente, el sistema de Bretton Woods estableció un orden económico sostenido por el dólar americano para los territorios bajo jurisdicción de los Estados Unidos, la OTAN y sus aliados. Mientras tanto, la Unión Soviética y los países del Pacto de Varsovia establecieron su sistema de rublos transferibles en el Este. A partir de los años 50 el enfrentamiento continuó en forma de Guerra Fría (a causa de la igualdad nuclear).
En las décadas posteriores, cada sistema económico emitió cada vez más moneda, permitiendo que los combustibles fósiles de sus territorios participaran en los intercambios económicos. En los años 80 ambos sistemas alcanzaron sus límites de crecimiento y afrontaron problemas de estanflación. Ambos sistemas estaban limitados por los recursos de su propia esfera económica de control e influencia.
Pero en 1991 la Unión Soviética capituló al final de la guerra fría. Los Estados Unidos se convirtieron en vencedores finales en el enfrentamiento del siglo XX. Los Estados Unidos detentaron el sistema económico definitivo y la divisa global definitiva. También se convirtieron en el “policía global”, con bases militares repartidas por todo el mundo para garantizar que su mecanismo económico y sus reglas fueran aceptadas en todas partes.
Todos los recursos de los países del ex pacto de Varsovia fueron incluidos en la facturación económica del sistema del dólar estadounidense, impidiendo la estanflación durante otros 30 años, hasta hoy. Pero en la última década es obvio que este mecanismo económico ya no es capaz de proporcionar un crecimiento sostenible.
El mecanismo económico cíclico tiene límites
El sistema económico financiero guiado por el dólar estaba hecho a la medida para un crecimiento constante de la producción y del consumo, pero es un dato de hecho que los recursos son limitados (en todo el mundo). Un aumento de la deuda o la creación de dinero no conduce a un crecimiento mayor, sino solo a una estanflación de naturaleza no cíclica. En 2008 fuimos capaces de evitar otra gran depresión. La política monetaria ultra-sostenida ayudó a no seguir el camino de la crisis deflacionista de 1929. En compensación, hemos tenido un aumento enorme de los balances de los bancos centrales y de la deuda global, hasta niveles insostenibles.
De este modo, en lugar de una depresión deflacionista, nos encontramos ante una inflación mucho más profunda.
Con el mecanismo económico global que llega a la estanflación, los Estados Unidos tienen menos medios e influencia para mantener su estatus de superpotencia y están perdiendo su papel de “policía global”. Este hecho tiene implicaciones muy profundas en todo el mundo.
¿Hay esperanza para la paz?
El derecho internacional fue proyectado en tiempos de una arquitectura de seguridad bipolar con controles y equilibrios únicos. Durante mucho tiempo, se esperaba que un mundo multipolar pudiera sustituir al sistema bipolar, pero la OTAN y Estados Unidos han cometido demasiados errores estratégicos que han conducido a un aumento de la competencia internacional para desafiar su estatus de superpotencia global.
Ahora que los Estados Unidos ya no son capaces de seguir siendo el policía global del mundo, podemos ver una creciente tentación de oras potencias emergentes de violar las normas y los reglamentos establecidos. Parece que no se han sacado conclusiones de los últimos cien años y que la regla de la fuerza todavía se considera normal. La invasión de las fuerzas militares rusas en Ucrania es por el momento la mayor y probablemente más espantosa señal de esto.
¿Cuál será el próximo paso? ¿Reivindicará Rusia los estados bálticos? ¿Iniciará China operaciones militares en la zona del Mar de la China Meridional? ¿Fabricará Irán armas nucleares? Hay muchas amenazas a la paz entre India y Paquistán en Cachemira, o al equilibrio en Israel/Palestina. Hay muchos desafíos en la Gran China sobre Xinjiang, Tibet, Taiwán, Hong Kong, etc... Si Rusia alcanza sus objetivos en Ucrania, este comportamiento será considerado normal a nivel global. Será un precedente que anuncia un mundo totalmente distinto. Un mundo sin Naciones Unidas y sin derecho internacional. Un mundo plagado de conflictos locales, donde los países grandes y fuertes pueden engullir a sus vecinos más pequeños, sin importar el sufrimiento de la gente común.
Respondiendo a la pregunta: ¿hay esperanza para la paz? Yo diría que sí. Los ucranianos la defienden con las armas sacrificando sus vidas. En mi opinión, este sacrificio solo tendrá valor si los europeos abren sus ojos y abrazan el cambio del orden mundial.
Parece que ha llegado el momento de que Europa crezca y empiece a ser responsable de su destino. Por ejemplo, presentando una visión alternativa de un sistema económico que no exija la creación de deuda y la expansión monetaria, o empezando a tomar decisiones valerosas en el comercio internacional, como la creación de una arquitectura de seguridad única para Eurasia. En caso contrario, el diálogo civil, la responsabilidad con el derecho internacional y la fraternidad de las naciones (que se conquistaron a un alto precio durante el siglo XX) dejarán de existir.