En Cuba empieza a dar frutos el proyecto de acompañamiento a pequeñas iniciativas empresariales AMU-EdC, ya finalizado: el caso del Jardín de infantes Caminitos de Ternura con su “escuela para padres”.
fuente: AMU
El proyecto con el que AMU acompañó a pequeñas iniciativas empresariales de Cuba, para proveerles conocimientos adecuados a la gestión de empresas privadas (según los principios de la Economía de Comunión y de la Economía de Francisco), llegó a su término. Pero todo lo que se sembró desde que empezó esta aventura permanece en el campo produciendo sus frutos.
El ejemplo es una realidad nacida en el pequeño pueblo de El Caney, a pocos kilómetros de Santiago de Cuba: un jardín de infantes que ofrece un espacio de aprendizaje alternativo a 70 niños, con 15 personas empleadas. La metodología usada con los pequeños es “el arte de amar’’, que puede resumirse con estas propuestas: “amar a todos, amar primero, amar al otro como a sí mismo, amarse entre sí y amar al enemigo”. Los testimonios de quienes trabajan ahí, la alegría de los niños y la gratitud de los padres son claros signos de que la propuesta pedagógica funciona bien.
Hay ideas y sueños que no se pueden realizar inmediatamente, sino que requieren cierto tiempo para cumplir con todos los pasos necesarios. El jardín Caminitos de Ternura, en Cuba, simboliza un poco este paso. Es la realización de una idea que al principio parecía complicada, y que sin embargo tuvo éxito gracias sobre todo al apoyo de las familias y a la red de Economía de Comunión.
El objetivo a cumplir era el de crear un impacto de comunión que fuese lo más significativo posible, pero antes era necesario encontrar el personal calificado y crear las condiciones más apropiadas. Y en efecto, el jardín logró formar un equipo estable de docentes capaces de aceptar un desafío de este tipo. Y fue posible lograr el objetivo.
En abril del 2024 se puso a prueba la primera jornada escolar de padres. El éxito de la iniciativa y la gratitud de las familias fue una emotiva sorpresa para todos, como lo muestran los testimonios recogidos.
Tamara es la mamá de Liam Mateo, un niño de 2 años:
“La escuela para padres me gustó mucho. Nos permitió hacer una pausa de la vida cotidiana, que por lo general está cargada de problemas y dificultades. Y en general toda nuestra atención está puesta en satisfacer las necesidades básicas de los niños, y nos olvidamos de sus emociones y sus estados de ánimo. En cambio, el día fue un momento de aprendizaje y socialización. Sería lindo que se hiciera más seguido”.
También Alain, papá de un niño de 2 años, quedó entusiasmado:
“Propongo que la escuela para padres se haga una vez por mes. Muchos tuvimos que faltar al trabajo para poder participar, pero fue un tiempo bien usado, un tiempo para saber qué hacen nuestros tesoros cuando están lejos de nosotros”.
La satisfacción por este primer encuentro alienta a seguir con nuevos momentos de aprendizajes e intercambios. Este evento reforzó la certeza de lo importante que es el trabajo con y por las familias.
Los maestros del jardín se muestran seguros de que “podamos juntos construir un futuro mejor para nuestros infantes, donde el desarrollo físico, emocional y social pueda florecer en un ambiente de amor y comunión”.