La economía de comunión trata de conseguir que la acción económica sea concebida como una tarea, hecha de ideas y obras, no solo con fines utilitaristas, sino tendente a la promoción integral y solidaria del hombre y de la sociedad.
Por eso, aun atendiendo, en el contexto de la economía de mercado, a la justa satisfacción de las necesidades propias y ajenas, la acción económica se inserta dentro de un marco antropológico completo, en el que las propias capacidades se orientan al constante respeto y valor de la dignidad de las personas, ya sean operadores internos de las empresas y redes de producción y distribución, ya sean sus destinatarios.
La economía de comunión estimula el paso de la economía y de toda la sociedad desde la cultura del tener a la cultura del dar.