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Publicado: Viernes, 30 Abril 2010 07:47
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Escrito por Leo Andringa
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Presentación del proyecto EdC en el marco de la conmemoración de Chiara Lubich que tuvo lugar en la embajad de Italia ante la Santa Sede
Economía de Comunión
Intervención de Leo
Andringa, de la Comisión Internacional de la EdC
Roma, Palacio Borromeo, 15 de abril de 2010
Hace 5 años, mi mujer y yo nos trasladamos de Holanda a Italia para ayudar en el desarrollo de un proyecto económico nuevo, la economía de comunión, que me ha fascinado desde su nacimiento.
Todos los movimientos espirituales (San Benito, San Francisco etc.) en la historia han sido agentes de cambio, algunos también en el ámbito económico. Así ha sucedido con el Movimiento de los Focolares.
Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, en 1991 fue a Brasil para encontrarse con la comunidad del movimiento. Esta comunidad era un reflejo de la realidad del país, donde la disparidad de la distribución de la riqueza era evidente; muchos de ellos eran muy pobres y vivían en las favelas sin trabajo y sin futuro. Chiara pensó en las empresas como el “instrumento” natural para responder a un problema de injusticia social y de errada distribución de los bienes. Lanzó entonces una propuesta: poner en común las capacidades y recursos, crear empresas, confiarlas a personas competentes y producir riqueza para dividirla en tres partes.
Un tercio para hacer crecer la empresa y los puestos de trabajo, un tercio para ayudar a los pobres y un tercio para la formación a esta cultura de compartir. Chiara fue siempre muy concreta y pidió de inmediato una concretización. En los días posteriores nació la primera empresa, “La Túnica”, una empresa textil.
Hoy en el mundo, en todos los continentes, son casi 700 las empresas vinculadas a la Economía de Comunión y abarcan casi todos los sectores del comercio, de los servicios y de la producción. En Europa son alrededor de 400, en América Latina son 200 empre- sas; 35 en América del Norte; 25 en Asia; y algunas en Australia, Africa y Medio Oriente.
En los últimos 5 años han nacido 50 nuevas empresas y otras 50, que ya existían, han decidido unirse al proyecto. Algunos centenares han comenzado pues a vivir la misma cultura de la fraternidad. Esta nueva cultura económica intenta favorecer una nueva concepción de la acción económica, no solo utilitarista, sino tendiente a la promoción integral y solidaria del hombre y de la sociedad.
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Publicado: Martes, 23 Marzo 2010 14:15
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Escrito por Luigino Bruni
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Durante la Semana teológica 2009 del MEIC
Buenas Prácticas: La economía de comunión
Intervención de Luigino Bruni, Universidad Bicocca de Milán y Universidad Sophia (Florencia)
Pacognano di Vico Equense (NA), 27 a 31 de julio de 2009
1. Introducción
Si tratamos de interpretar y contar la historia cívica sin tener en cuenta el papel de los carismas, resulta que contamos una historia parcial y, por ello, equivocada. Cuando los carismas entran activamente en la vida cívica,
con ellos aparece en escena una dimensión del amor que se caracteriza por una fuerza extraordinaria y rara, que la teología y el pensamiento cristiano han llamado «agape». Una nueva palabra griega para expresar la experiencia nueva que los cristianos hacían y hacen gracias a la vida y al mensaje de Jesús. Con los carismas, el ágape irrumpe en la historia, dentro de las fronteras institucionales de la Iglesia y también fuera de ellas, como corresponde a la naturaleza universal del cristianismo, cuyo soplo alcanza y mueve a personas de todos los tiempos y lugares. En cuanto portadoras de un carisma, estas personas son también portadoras de ágape, sean o no conscientes de ello.
Un carisma es un don del Espíritu para la edificación del bien común. Carisma viene de charis, la gracia, que se encuentra también en el origen del ágape, la forma de amor típica del cristianismo. Como pone de manifiesto Benedicto XVI en la “Caritas in Veritate”, el ágape, la charis, también puede encontrarse en el origen del trabajo en pro del desarrollo económico y civil. Es capaz de inspirar la vida espiritual, pero también una empresa cívica. Aquí radica la laicidad del cristianismo, de un Logos que se hace historia y supera cualquier distinción entre “sagrado” y “profano”.
Algunos grandes carismas han tenido repercusión en el ámbito económico a lo largo de la historia. Siempre suelen citarse, a este respecto, a Benito y Francisco. Pero han sido centenares, por no decir millares, las personas portadoras de carismas y, en consecuencia, movidas por el ágape, que han animado la vida económica creando obras de caridad, asistencia y misericordia, cuyo peso en la historia está absolutamente infravalorado.
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Buenas prácticas: La economía de comunión (en español)
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